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2022-10-19

¿Por qué tomamos malas decisiones? Algunas malas decisiones se toman porque la gente no sabe lo suficiente sobre algún asunto en cuestión o tiene la información equivocada. Cuando tomamos decisiones, nuestro cerebro no solo utiliza hechos objetivos, sino también información personal y cada experiencia anterior.

Es decir, lo que hemos aprendido de decisiones, situaciones y relaciones anteriores, así como de otras personas es lo que analizamos al momento de tomar una decisión.

Por tanto, básicamente, todo lo que hemos hecho o visto afecta a las decisiones que tomamos. En consecuencia, no importa lo buena que sea la información que tengas a la mano; cuando la uses, puede salirte terriblemente mal.

¿Por qué tomamos malas decisiones o elegimos las cosas que terminan haciéndonos daño?

Una de las razones de nuestras malas decisiones son los juicios prematuros. Tomamos decisiones demasiado pronto y luego nos negamos a cambiar. Pensamos que las cosas son como son y ya está, lo cual no es una buena forma de pensar.

En otras palabras, nos quedamos con conclusiones precipitadas que nos limitan a que hagamos bien las cosas. Por ejemplo: muchas veces he escuchado personas que están tomando una mala decisión, le dices que deberían reconsiderar, y su respuesta, aunque podrían estar equivocados, es "ya tomé mi decisión".

La ciencia tratan de explicar nuestras malas decisiones

El sesgo cognitivo es un concepto de la psicología que trata de explicar por qué a veces tomamos decisiones muy equivocadas. Explica los errores sistemáticos de pensamiento y percepción que nos hacen tomar malas decisiones. Pero, ¿qué ocurre con este asunto? ¿Por qué influye?

Un sesgo cognitivo es una mala interpretación deliberada de la información disponible que afecta la forma en que piensa, juzga y decide. Los psicólogos israelíes Kahneman y Tversky introdujeron la idea del sesgo cognitivo en 1972.

En otras palabras, tu cerebro realiza millones de operaciones mentales cada segundo. La probabilidad de que un sesgo cognitivo afecte su comportamiento es alta y, de hecho, ocurre con bastante frecuencia.

Las personas se apresuran a actuar con sesgos inconscientes y los resultados pueden ser inesperados.

Por cómo nos sentimos, tomamos malas decisiones

La gente dice que las decisiones emocionales son malas. Parece que si nos dejamos llevar por ese primer impulso, ya sea por necesidad (que se supone que no se basa en la razón) o por intuición, nos llevará por el mal camino.

Pero, por extraño que parezca, muchas de las decisiones que tomamos cada día están influenciadas por ellas, por las emociones que nos guían y controlan casi por completo nuestro comportamiento.

Ya hemos dado algunas pistas sobre esto, y la verdad es que necesitamos tanto la emoción como la lógica para ayudarnos a decidir. La lógica por sí sola no es suficiente, y las emociones por sí solas pueden hacernos tomar la decisión equivocada. Así que lo mejor es tomar decisiones basadas en la intuición y en sentimientos inconscientes que tengan sentido.

Pero hay excepciones que son fáciles de ver. Hay veces que tomamos decisiones equivocadas por lo que sentimos. En esos momentos no hay homeostasis interna (regular el equilibrio de líquidos y la temperatura corporal). En su lugar, hay un problema no resuelto, una necesidad insatisfecha que nos hace tomar malas decisiones.

Las personas que nos rodean influyen en nuestras decisiones

Este es otro factor, la sociedad afecta a las decisiones que tomamos y a cómo vivimos nuestra vida. Todo esto proviene de lo que creemos que es correcto hacer, de lo que la mayoría piensa que debemos hacer o de la forma en que estamos acostumbrados a ver las cosas.

Asimismo, la mayoría de la gente tiene problemas para tomar buenas decisiones porque a menudo tenemos que elegir entre dos opciones. Cuando tenemos que elegir una opción en lugar de otra, este sentimiento de pérdida es una gran parte del problema.

Un ejemplo de factor externo que afecta a una decisión es cuando decidimos estudiar una carrera que no encaja con nuestros objetivos profesionales, pero lo hacemos para poder hacerlo con un buen amigo. O cuando compramos un auto solo porque es popular, aunque no satisfaga nuestras necesidades reales. Otro ejemplo sería cuando elegimos adquirir un mal hábito, aunque sepamos que es malo para nuestra salud, para complacer a un grupo de "amigos".

Por lo que anhelamos con vehemencia, tomamos malas decisiones

Tanto tú como yo hemos tomado malas decisiones en el pasado. Esto es un hecho; sucede incluso cuando somos inteligentes, responsables, bien intencionados, experimentados y bien informados. Debemos aceptar que podemos tomar y tomaremos malas decisiones en algún momento.

A nadie le gusta lidiar con las consecuencias de sus errores, pero todos cometemos errores y tomamos malas decisiones en algún momento de nuestras vidas. Cuando esto ocurre, es normal preguntarse en qué nos equivocamos y por qué no vimos que nuestras elecciones no eran las mejores.

¿Por qué los creyentes también toman malas decisiones?

No podemos tomar decisiones basadas en lo que ocurre a nuestro alrededor. Es decir, no podemos ceder ante la presión de la situación difícil que nos esté afectando. Nuestras decisiones tienen que venir del corazón de Dios.

Una forma de hacerlo es mirar las historias bíblicas en las que sus protagonistas han tomado malas decisiones. Podemos analizar sus vidas y ver cómo terminaron. Pero lo cierto es que, si no consultamos con Dios primero, podríamos seguir el mismo camino. Ya sea de bendición o maldición.

¿Cuántas veces como creyente has tomado una decisión rápida de la que luego te has arrepentido? Tal vez fue una decisión sobre tu salud que tomaste apresuradamente y luego te arrepentiste porque no hablaste con otros expertos. No escuchaste una segunda opinión.  ¿Cuántas veces hemos pedido dinero prestado sin hablar primero con Dios y nos ha salido mal la estrategia? A veces, incluso hemos decidido dejarlo todo y empezar de nuevo en otro lugar sin hablar primero con Dios.

Siempre tenemos fe en que podemos manejar las cosas por nuestra cuenta. Eso es lo que les pasó a algunos personajes bíblicos cuando se rindieron a sus circunstancias.

Conclusión

Desde la perspectiva científica, nuestra vida depende de las decisiones que tomamos. Nos dicen a qué información debemos prestar atención y qué debemos ignorar. Las decisiones afectan nuestra energía y productividad y dan forma a nuestras relaciones.

Todos tomamos malas decisiones cada día, y no podemos evitarlo. Pero si no sabemos por qué hacemos esas cosas y no tomamos las medidas necesarias para detenerlas, tomar la decisión correcta será cuestión de suerte. Así, dejamos al azar los efectos positivos sobre nosotros mismos y sobre nuestro entorno.

Desde el punto de vista bíblico, siempre debemos tratar de complacer a Dios en lugar de a otras personas. No podemos tomar decisiones basadas en nuestros sentimientos, porque es seguro que fracasemos.

Tampoco podemos tomar decisiones hasta que hablemos con Dios sobre ellas y esperemos su respuesta.

En resumen, sí, sí tenemos que esperar en el Señor por muy buenas que sean nuestras intenciones. Él conoce nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, por lo que Dios es el más indicado para guiarnos en nuestra toma de decisiones.