2022-03-04
Regresó a mi vida un amante del pasado

Yesenia, aparentemente lo tenía todo: una hermosa familia, un esposo maravilloso, buena salud, situación económica estable… Sin embargo, Yesenia nunca pensó que – a estás altura de su vida- regresaría, después de tantos años, un amante del pasado.

Hola:

Les escribo con una gran necesidad, en medio de una confusión y una angustia mental que ni yo misma me puedo explicar. ¡Ay,  Diosito!, no sé por qué me pasa esto a mí, ¡a mi edad!

Me llamo Yesenia.  Tengo 42 años y mi marido Carlos, 44. Hemos tenido una vida matrimonial feliz. Financieramente, pues no somos ricos pero tampoco pobres. Yo me dedico a mis dos hijos varones de 12 y 9, chiquitos aún.

Yo amo a mi esposo, estoy segura, pero resulta que hace unas semanas a través de ese maldito Facebook, me contactan unas amigas de uno de mis primeros empleos cuando yo tenía tan solo 22.

Y ustedes saben, en eso de que, “¿cómo estás?”, “¡qué gorda te ves!”, “¡qué bien te ves!”, “¿cómo te ha ido en el amor?”...

¡Qué se les ocurre hacer una reunión!, que dizque del”reencuentro”. Porque... pues, ya todas somos amas de casa, cada quien se fue por su camino y, pues solo para pasar el tiempo, creo (?); y pues, la mayoría de nosotros nos la pasamos aburridas en casa después de que entregamos los chicos al colegio y nuestros maridos se van a trabajar.

Nos pusimos de acuerdo y quedamos en que siete de nosotras nos reuniríamos un sábado por la noche.

Le pedí permiso a mi esposo y él me lo dio  sin ningún problema, ya que no es celoso ni le he dado motivos. Me dijo que se iba a llevar a los niños a la casa de sus padres y los iba a dejar allá a dormir, y él y yo pasaríamos un momento romántico cuando yo regresara a casa.

Gracias a Dios que yo no trago como cerdo, por eso,  me he conservado de buena línea. Además, mi esposo y yo hacemos mucho ejercicio; a veces juntos, a veces yo sola voy al gimnasio… Así que me compré un vestido súper entallado para presumirles a mis amigas.

Yo sabía que sería la envidia de la reunión, me ha ido tan bien. Pero... bueno, llegó el día y la hora, y cada una de las amigas empezamos a llegar. Eran las 7:00 pm, ya habían llegado las  siete mujeres, y al rato llegó otra amiga, quien se apuntó a la reunión a última hora.

Estaban sirviendo unos tragos, “para ponernos a tono”, cuando sentí que un  terremoto sacudió el  lugar donde nos reuníamos. Ahí:  alto, guapo, muy varonil - más que antes, con unos kilitos de más y unas canas en sus sienes que lo hacían verse súper sexy, estaba nada más y nada menos que, Julio…Mi Julio…

Espero que mi marido no lea esto… Saben que... yo le digo “mi Julio” porque él fue mío y yo fui suya. Tuvimos una relación amorosa turbulenta, ardiente, sucia, pecaminosa, perversa, y no sé cómo más describirla.  Él era un vendedor que llegaba a la bodega donde todas trabajábamos, hace más de 20 años.

¡Qué tremendo! Veinte años y más de dieciocho de no verlo. Duramos primero tres o cuatro meses de “novios de mano sudada”. Después de eso, los besos y caricias que nos dábamos nos llevaron a la urgencia de ir más allá.

Yo no podía soportar el deseo por él ni él por mí.  Nos amamos como  nunca antes (yo era virgen, desde luego) y como nunca después he amado a alguien físicamente. Después de Julio, hubo tres hombres más en mi vida, pero como Julio, ninguno. Con perdón de ustedes y de Dios, ni mi marido es como fue mi Julio.

Ya no quiero describirles más sin pecar yo misma de nuevo, con mi cuerpo y mi mente. ¡Oh, Dios mío!, ¿cómo me puede pasar esto a mí? Cuando él entró por esa puerta, obviamente,  él recorrió el cuarto con la mirada y, obviamente, me buscaba a mí.