La vida de Abraham demuestra la importancia de la fe en Dios. A lo largo de la Biblia, se hace referencia a Abraham como "el amigo de Dios" y se le da el título de "Padre de la Fe" por su inquebrantable confianza en Dios. En Génesis 15, leemos que Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia. ¿Qué creía Abraham sobre Dios? ¿Y qué podemos aprender de su vida que nos ayude a crecer en nuestra propia fe? Este artículo explora el viaje de fe de Abraham y cinco lecciones de su vida que pueden fortalecer nuestra propia confianza en Dios.
La fe de Abraham en Dios
La creencia de Abraham en Dios comenzó con una visión del poder y la gloria de Dios. En Génesis 12, el Señor se le apareció a Abraham y le prometió que llegaría a ser padre de una gran nación y que a través de sus descendientes todas las naciones de la tierra serían bendecidas.
Abraham no vio a Dios con sus ojos físicos; vio a Dios con sus ojos espirituales. Sabía que esto solo era posible por la gracia y el poder de Dios. Como hijo de Israel, Abraham conocía la historia de los pactos de Dios con el pueblo judío. Sabía que no era la primera persona a la que Dios había hecho promesas. De hecho, sus antepasados estaban registrados en las Escrituras como parte de esta gran historia del pueblo de Dios. Este conocimiento le ayudó a comprender que la promesa de ser el patriarca de una gran nación no era obra suya, sino un regalo de Dios. No era algo que pudiera ganarse con sus esfuerzos, sino un don gratuito de Su gracia.
Dios proveerá
Abraham dejó todo atrás por seguir las instrucciones de Dios: dejó atrás casa, parentela y se fue obediente rumbo a una tierra que el Señor le iba a mostrar, y donde se convertiría en padre de una gran nación.
Lo dejó todo, pero este siervo de Dios tenía una extraordinaria confianza en la bondad y el poder de Dios. Abraham no tenía ni idea de cómo sobreviviría en un lugar nuevo ni de los obstáculos que tendría que sortear para llegar.
Podemos aprender de este ejemplo qué tipo de fe debemos tener hacia Dios. También debemos tener confianza en su bondad, así como en su poder y capacidad para satisfacer nuestras necesidades. Podemos ver este don de la provisión de Dios en los hijos de Abraham.
Confianza en las promesas de Dios
Después de haber estado viviendo en Canaán durante muchos años, Dios le dijo a Abraham que le daría un hijo. Cuando Sara escuchó esta noticia, pensó que su marido debía estar bromeando o loco. Dijo: "Cuando envejezca, y mi marido también envejezca, ¿tendré placer, señor mío?" (Gn. 18:12).
Entonces, ella trató de terminar esta "broma" sugiriendo a Abraham que tuviera hijos con su sierva Agar. Abraham lo hizo (Gn. 16). Cuando Agar quedó embarazada miraba a Sara con desprecio. Sara se puso celosa y la maltrató. Abraham tuvo que intervenir y utilizar la situación para enseñar a su esposa la importancia de confiar en las promesas de Dios. El corazón de Sara se endureció por su incredulidad. Como resultado, vemos que el pecado siempre tiene consecuencias. Abraham y Sara eran muy viejos cuando finalmente tuvieron un hijo.
Cuando alguien comete un pecado, no solo se hiere a sí mismo, sino que también hiere el corazón de los demás. En este caso, el pecado afectó a dos hijos, creó desavenencias entre estos hermanastros.
En otras palabras, en Génesis 21:9, según este pasaje, Ismael se "burlaba" de su medio hermano Isaac. Parece que Ismael (14 años) estaba molesto por haber sido superado por un niño pequeño (Isaac de 3 años) que fue recibido con júbilo. Según la ley de aquella época, Ismael ya no sería el heredero, sino Isaac. Ismael persigue al heredero de la casa de Abraham, Isaac, y lo persigue de varias maneras, tanto mentales como emocionales y posiblemente físicas. Se trata de una situación grave. Todo porque Sara no confío en la promesa de Dios. No confío en la llegada de este hijo prometido, Isaac, del cual vendría Jesucristo, Salvador del mundo.
Sin embargo, lo que parece ocurrir en la casa de Abraham y en particular con Ismael se revela en el Nuevo Testamento (Gálatas 4:28-29). Por su parte, Dios, a pesar del atentado que hizo Sara en contra de sus planes por su falta de fe, nuestro Señor cumplió su promesa y guardó esa línea de descendencia escogida. De esto se trata la Biblia y Génesis, de cómo se fue conservando esta promesa de generación en generación.
Esté listo para ir a donde sea que Dios lo envíe
Abraham fue enviado a Canaán cuando no era joven. No se quedó en su tierra natal, Ur, porque Dios se le apareció y le dijo que fuera a Canaán.
En Ur, Abraham se habría acostumbrado a un cierto nivel de vida y a un determinado conjunto de amigos y familiares. Dejar todo esto atrás era un gran paso de fe, que la mayoría de la gente no habría estado dispuesta a dar.
No te desanimes por las circunstancias adversas
La vida de Abraham está llena de retos y dificultades. Fue llamado a dejar su hogar e ir a una nueva tierra. Cuando llegó allí, descubrió que los habitantes eran enemigos de su pueblo.
Aunque creía en Dios, no era inmune al miedo y a la preocupación. Pero esto es lo que ha dicho el Señor: '13 Y Dios dijo a Abram: «Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos durante 400 años. 14 Pero Yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después saldrán de allí con grandes riquezas. " (Gn. 15:13-14).
Conclusión
La vida de Abraham nos muestra la importancia de la fe en Dios y de la confianza en sus promesas. Abraham era un hombre de fe, y se le da el título de "Padre de la Fe" por su inquebrantable confianza en Dios. Cuando leemos el libro del Génesis, podemos estar tentados a pensar que la vida de Abraham fue fácil debido a su relación con Dios. Sin embargo, era un ser humano que experimentó dificultades y desafíos como el resto de nosotros. Su vida no estuvo exenta de dificultades, pero no dejó que estas adversidades le impidieran ser fiel, obediente y confiar en Dios.