2017-03-27

Muchos de nosotros luchamos por vivir en el presente. Cuando nos distraemos tratando de pensar qué ocurrirá mañana nos volvemos improductivos, infelices e incapaces de escuchar la voz de Dios. 

Al poner nuestra mente "en otro lugar", nos cansamos mental y físicamente. Es por esta razón que, sin hacer nada, estamos cansados y entonces nos preguntamos "¿por qué me siento tan cansada o cansado?", "No tengo energía para nada", "me siento estresado y agotado", "me duele mucho la cabeza de tanto pensar"... Estos pensamientos nos dejan no solo nos dejan exhaustos, sino que también nos dejan vulnerables a las enfermedades, aumentando así nuestra preocupación y no nos deja salir del círculo vicioso.

¿Qué debemos hacer entonces para no preocuparnos por el mañana?

Cuando no vivimos el presente, como mencioné anteriormente, no escuchamos la voz de Dios. Nos desesperamos y empezamos a clamar por su dirección, pero la inseguridad no agobia. Nos ponemos a pensar en lo que ha de venir y cómo quisiéramos que venga, nuestra mente se nubla y nuestros oídos se cierran. Esa falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo que esperamos que no sabemos si llegará nos crea inquietud, incertidumbre. No obstante, estar en paz nos abre a lo que Él quiere revelarnos. Es aceptar sin condiciones Su voluntad porque el plan de Dios es mucho mejor.

"Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal", Mateo 6:34.

Jesús es nuestro mejor maestro y Él nos enseñó a vivir en el presente, pues Dios controla el tiempo. "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora", Eclesiastés 3:1.
A Dios no solo le importa que sucedan las cosas, sino cuándo deben suceder. Por tanto, Dios nos da una tarea a la vez. Él desea que prestemos atención a la tarea asignada, pues Jesús está presente para ayudarnos a vivir el presente porque Él nos ofrece Su paz, la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Jesús dice: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo", Juan 14:27. 

Así es que, tal y como lo hizo Jesús cuando se hizo hombre y habitó entre nosotros, vive al máximo cada día y realiza cada cosa a la vez, pues tu confianza está en Aquel que nos amó primero, incluso antes de tu concepción. Descansa en Él.

 

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