2022-12-15

Si hay algo que nos define como persona es la actitud que tenemos hacia nuestros semejantes. Si bien es cierto que el dinero es algo necesario en nuestras vidas, también puede cegarnos e incluso confundir nuestros objetivos a tal punto que nunca lleguemos a conseguirlos.

El dinero es una preocupación constante y debido a ello nos olvidamos de muchas cosas incluso de Dios. Sin embargo, hoy quiero decirte que ni el dinero ni la posición es importante cuando se trata de agradar al Padre.

No hagas del dinero tu dios

Henry Fielding dijo: “Haz del dinero tu Dios y te acosará como el demonio”, esta frase nos confirma lo dicho por nuestro Señor Jesucristo en 1 Timoteo 6:10 “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Estar bien financieramente es imprescindible para vivir, pero si le das el primer lugar al dinero en tu vida te traerá sufrimientos y desventuras.

No hay plata ni oro que puedan sustituir las bendiciones de Dios, es por esto que hay gente que aun, llenos de riquezas, se sienten vacíos y miserables. Lo que caracterizó a Jesús fue la verdad, la justicia, la sabiduría, la benevolencia y el autodominio cualidades que se resumen en humildad y sencillez.

El dinero puede llegar a desequilibrarte

Esto estarìa poniendo en riesgo, no solo tus relaciones personales e interpersonales, sino también tu comunión con el Señor y eso a su vez te vuelve un ser frío, calculador, arrogante, envidioso y codicioso capaz de hacer cualquier cosa por acumular riquezas, aunque ellas te lleven a provocar y sentir tristezas.

En la Biblia hay varios personajes que perdieron su vida por amor al dinero, la principal y más conocida es la de Judas Iscariote, quién vendió a Jesús por 30 monedas de plata. Esto es sorpréndete e inentendible, cómo una persona que vio y convivió con el Señor fue capaz de tal cosa. Lo único que podríamos decir al respecto es que Judas perdió su sabiduría al dejar que el dinero se adueñara de su corazón.

La mayoría de las personas que amasan fortunas terminan solas e infelices, pues ponen su mayor interés en el dinero. Sin embargo, Dios dice: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (S. Mateo 6:19-21).

A Dios no le importa ni el dinero, ni tu posición

Lo que quiere Dios de nosotros es que no desviemos nuestra fe para que no caigamos en engaños ni traiciones que pongan en duda a quién le hemos de servir y creer, porque “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas” (S. Mateo 6:24).

Recuerda, el dinero más que amigos al final lo que hace es que te llenes de enemigos con lo cual pierdes la esperanza del corazón. Es por eso que no puedes volverlo tu principal prioridad. El libro de S. Lucas 12:15 expresa: “Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

En resumen

Tener mucho o poco no te hará más o menos feliz, tu verdadera felicidad depende de tu riqueza espiritual. Lo que en realidad valora Dios es un corazón humilde, dispuesto a buscarle y a cumplir sus mandamientos. Por eso, nuestra mayor preocupación debe ser fortalecer nuestra relación con el Padre para que así la desesperación no nos haga caer en tentación, porque al final el perdón del Señor no es dado según el dinero ni la posición.

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