Por culpa de mi marido... ahora tengo un amante

2023-02-07

 

Todos tenemos momentos en nuestra vida en los que miramos atrás deseando que las cosas fueran diferentes. Tenemos el mal hábito de culparnos durante toda la eternidad por los errores que hemos cometido o por las oportunidades que hemos dejado pasar de largo.

La verdad es que, al primero que debemos perdonar es a uno mismo. El no perdonarse a uno mismo por haber fallado en algo y se odian a sí mismos. Eso es soberbia y venganza, Jesús dijo: “El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas”, Mateo 12:35.

Jesús también nos dice en su palabra: Ama a tu prójimo como a ti mismo“, esto implica un compromiso muy serio que llama mucho mi atención porque estamos hablando de una autorización para amarnos a nosotros mismos tanto como amaríamos a nuestro prójimo.

Jesús NO dijo, ama a tu prójimo más que a ti mismo, y esto es importante saberlo, ya que, si tú no te quieres, jamás podrás amar a nadie en verdad con un amor sano y sublime. Asimismo, si no te perdonas, jamás perdonarás a nadie de corazón, más bien mostrarás un comportamiento vengativo y egoísta, ¿lo entiendes?

Fallar es de humanos, perdonar es divino

En otras palabras, debes amarte, respetarte, tolerarte, perdonarte… como lo harías con tu prójimo. Comprender que fallar es de humanos y perdonar es divino.

A partir de hoy quiero que te des el chance de reflexionar al respecto, confesar nuestros errores a Jesús y permitir que Él nos transforme y nos ayude a continuar viviendo una mejor vida. Es importante recordar que no estamos solos, y que Dios siempre está con nosotros, proporcionándonos consuelo y guía.

En esta entrada del blog, echemos un vistazo al mensaje que Dios tiene para nosotros:ya no te eches la culpa”.

 

Dios quiere que te perdones a ti mismo

Dios no quiere que te castigues por errores o elecciones del pasado. De hecho Él quiere que te perdones y que sigas adelante. Quiero que lo veas de esta forma: Dios sabe que la culpa que llevas sobre tus hombros es demasiado pesada e incluso paralizante, así que quiere que te desprendas de ella y adoptes una nueva forma de vivir en Cristo Jesús.

Esto no significa que estés excusando tus actos; simplemente significa que los aceptas, los reconoces y te propones a aprender de ellos. Esto precisamente es lo que obtenemos al reconocer a Jesús como dueño y Señor de nuestra vida: liberación y perdón de nuestras culpas.

La Biblia nos dice que, si confesamos nuestros pecados, Él nos perdonará (1 Juan 1:9). Así que, si estás luchando contra la culpa y el arrepentimiento, pide perdón a Dios y luego perdónate también a ti mismo.

 

Deja las comparaciones

Vivir comparándonos con otros, no es saludable. Puede ser fácil compararnos con otras personas que nos rodean, ya sean amigos, familiares o compañeros, pero las comparaciones solo provocarán más sentimientos de inadecuación y autoculpabilidad.

En lugar de compararnos con los demás, deberíamos centrarnos en nuestros propios puntos fuertes y débiles. La Biblia nos dice que Dios creó a cada uno de nosotros de forma diferente (Salmo 139:13-14). Eso significa que nadie es como tú, por tanto, celebra tu singularidad en lugar de compararte con otros que puedan parecer más exitosos que tú en ciertas áreas.

Es un hecho que Dios nos ha dado dones a cada uno, utiliza esos dones en lugar de sentirte mal, por lo que otras personas han logrado o conseguido que tú aún no has logrado.

 

Encuentra la alegría, sigue el verdadero camino

 

Por último, es importante recordar que la vida no consiste en la perfección, sino en aprender de nuestros errores a lo largo del camino para poder crecer y convertirnos en la persona que Dios quiere que seamos.

Así es que, no te centres en lo que podría haber sido; en lugar de eso, encuentra la alegría en el lugar en el que te encuentras ahora, en tu camino con Él. Cuando los tiempos se pongan difíciles, intenta dirigir tus pensamientos hacia algo positivo, como lo lejos que Dios ha permitido que llegues desde que cometiste esos errores o los progresos que has hecho desde entonces

Amiga o amigo lector, Dios te dice: “ya no te eches la culpa”. La Biblia nos dice que nos alegremos siempre (Filipenses 4:4), así que encuentra la alegría incluso en los momentos de fracaso o decepción, ¡porque siempre hay algo bueno esperándonos! Dios es bueno siempre.

 

Conclusión

El Mensaje de Dios es: Deja la culpa. Culparnos a nosotros mismos es un hábito fácil en el que caemos cuando las cosas no salen como habíamos planeado, pero Dios nos recuerda una y otra vez lo valiosos que somos, independientemente de nuestros errores o fracasos pasados.

También debemos regocijarnos en las sabias palabras de Jesús cuando nos dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, pues si no te quieres en primer lugar, no podrás brindarle amor del bueno a los demás. Uno no da lo que no tiene y Dios generosamente nos ha dado su gran amor para que nos gocemos en Él y lo compartamos con los demás.

Por último, a veces puede resultar difícil, pero perdonándonos a nosotros mismos, dejando de compararnos con los demás y encontrando la alegría en cada momento, por grande o pequeño que sea, ¡podemos aprender a abrazar el amor en lugar de culparnos y no aceptar el perdón de Dios.

Recuerda que eres una nueva criatura, Su Santo Espíritu está contigo, siente su amor.

De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17

Nadie es perfecto, pero con Su guía y Su gracia, ¡juntos podemos asegurarnos de que ningún error defina quiénes somos en el futuro! ¡Dios te bendice!