El enemigo no me puede derrotar porque Dios me sostiene

2020-09-18

Estos hábitos para estar en presencia de Dios son más sencillos de desarrollar y mantener que los hábitos que dañan tu Espíritu. 

Cuando era más joven desarrollé muchos hábitos que me ayudaron a sentir la presencia de Dios. Eran cosas como sentarme tranquilamente en un rincón con la Biblia durante horas por la noche, cantar alabanzas a Dios, orar y pensar en las promesas de nuestro Dios cada día. Si no hacía estas cosas, me habría sentido muy frustrado y me habría deprimido. Ahora me encanta hacerlas todos los días. 

Lo que aprendí de mis estudios es que la mayoría de la gente no conoce el poder de la Palabra de Dios. No entienden la forma en que funciona y no saben cómo dejar ir lo que los perturba y solo confiar en las palabras de Dios. Intentan memorizar la Biblia pero no practican lo que leen. 

Puedes sentir la presencia de Dios a través de la Biblia, Cuanto más pongas tu fe en la Biblia, más empezarás a crecer junto a ella. Cuando meditas en las ocasiones en las que Dios estuvo presente en la vida de tantos personajes bíblicos. Era una presencia tan palpable, tan real. 

Todos hemos sido guiados por las palabras de Dios para hacer ciertas cosas. Es en la Palabra de Dios que Él nos ha dado su plan para nosotros. Es en la Palabra de Dios que nos ha dado pautas específicas que nos permiten tomar decisiones basadas en lo que queremos hacer. Todas estas cosas tienen un propósito y deben hacerse para que podamos cumplir con nuestros objetivos, estar siempre en su presencia. 

Cuando nos enfocamos en Dios y en Su Palabra, podemos involucrarnos más y comenzar a entender y su plan en nuestra vida. 
Los hábitos que te ayudan a sentir la presencia de Dios incluyen:
 
1. Estar tranquilos.

Recuerda que Dios siempre nos está hablando a través de nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios. Si estamos tranquilos, pero no le permitimos que venga a nosotros, entonces no estamos escuchando ni practicando sus mandamientos. Por un momento desconéctate de las rutinas cotidianas. 
Al calmar nuestra mente y nuestro corazón también le hacemos saber que estamos listos para escuchar lo que tiene que decir. Él quiere que seamos capaces de escucharlo y reconociendo que él es nuestro Padre y nuestro Gran Dios.

2. Otro hábito que te ayuda a sentir la presencia de Dios es estar consciente en cada momento de tu día, de que Él siempre está contigo. De esto no hay dudas, y es una clara afirmación de que podemos sentir su presencia. Es algo así como "escuchar el silencio". Para esto tenemos que ser conscientes de la presencia tangible de Dios. Él ha prometido estar con nosotros siempre. Entonces, si haces silencio y estás atento, podrás sentir su presencia.


 
3. Podemos sentir su presencia incluso en los momentos más difíciles. 

Si sientes que estás haciendo algo que no quieres hacer, entonces deberías detenerte y preguntarle a Dios por qué lo estás haciendo, y ver si está en Su voluntad. Si no lo está, entonces deberías parar y examinar el problema.  

Muchas veces no nos damos el tiempo para esperar la respuesta de Dios. Nos apresuramos a tomar decisiones porque creemos que Dios nos ha dejado solo. De hecho, es como si subestimamos su poder. 

Los hábitos que te ayudan a sentir la presencia de tu Dios también incluyen dejar de lado los pensamientos negativos. No te quedes en el pasado. No tienes porque caminar con los ojos vendados al risco si ya Cristo te dio la vista; y continuamente nos dice con amor cómo debemos actuar para no salir heridos y fallar en el intento. 

Aléjate del pecado
 
Dios nos creó para adorarlo. Nos creó para que, en todo momento, estemos en comunión con él. Pero desde el principio de este mundo, decidimos pecar contra Él.
Nuestra naturaleza pecaminosa nos impide entrar en Su Presencia. Pecamos a veces sin querer, ya sea de pensamientos, palabras u omisión. 

El pecado, definitivamente, nos aparta de Dios. Por lo tanto, crea una relación con nuestro Dios, una en la que puedas contar tus éxitos y fracasos, tus pecados y tus momentos en los que has logrado librarte de una mala intención. 

Mientras estés en Su Presencia, cuéntale todo como a tu mejor amigo. No vas a creer los sorprendentes beneficios de esta relación de amor entre Dios y tú. 

Nuestra relación con Dios podría parecerse al siguiente ejemplo: Imagina un matrimonio. Como pareja viven bajo el mismo techo, pero ni la esposa ni el marido se comunican. De hecho, ni siquiera hablan el uno con el otro. Por desgracia, esto pasa en muchos hogares.  Pero lo más lamentable es que esta indiferencia, esta frialdad podría ocurrir en nuestra relación con Dios.

Te preguntaré, ¿cuándo fue la última vez que estuviste a solas con Dios y tuviste una verdadera conversación íntima con Él? No se trata de repetir palabras vanas, u orar pidiendo cosas que creemos que nos hacen falta, sino acceder a una conexión más íntima en la que podemos compartir con Dios nuestras preocupaciones, miedos e incluso, nuestra gratitud más profunda. 
Ahora ve e inténtalo. Hazlo como se nos lo ha enseñado Jesús: ve y enciérrate a solas con Dios y busca, anhela esa conexión con Dios. Después de eso, tu vida no volverá a ser la misma.