Seis muertos y 300 presos dados a la fuga forman parte del saldo dejado por el terremoto de 8,2 grados en la escala de Richter que sacudió la costa chilena y cuya magnitud se sintió en Bolivia y Perú, en la noche del martes. En tanto, la alerta de tsunami emitida esa misma noche, que había causado evacuaciones masivas de la costa hacia lugares elevados, fue levantada por las autoridades costeras de Chile.
Los daños aún no han sido valorados en su totalidad, mientras la presidenta Michelle Bachelet declaró estado de emergencia en la región afectada y envió un avión militar con cien policías antimotines para reforzar la tarea de los 300 soldados desplegados en el área a fin de evitar revueltas y recapturar a los fugados.
La fuga masiva se registró en el penal del distrito de Iquique. Según lo informado por el ministro del Interior, Rodrigo Peñalillo, se trata de unas 300 internas que estaban cumpliendo pena en la prisión de Iquique. “Las Fuerzas Armadas, Carabineros y la Intendencia coordinan para dar tranquilidad a todos los habitantes de Iquique…es una medida preventiva de sacar fuerzas armadas en Iquique por la fuga de unas 300 reas”, dijo el secretario de Estado, al explicar el motivo de cierre de las fronteras con Perú. Sin embargo, decenas de los fugitivos habían sido recapturados en la mañana posterior al sismo.
Paralelamente, los miles de evacuados por la amenaza de tsunami comienzan a retornar a sus hogares. El terremoto bloqueó caminos, causó deslizamientos de tierra, dejó sin energía eléctrica a miles de chilenos, dañó un aeropuerto y generó cientos de incendios que arrasaron con varios comercios.
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