Hace catorce años una madre de Utah en los Estados Unidos estaba amamantando a su bebé de un mes de nacido, cuando de repente colapsó.
Nissa fue víctima del Síndrome del Enclaustramiento, una condición terrorífica en la que el paciente está alerta y despierto, pero no puede moverse o comunicarse verbalmente por la completa parálisis de casi todos los músculos voluntarios en el cuerpo excepto por los ojos. El síndrome de enclustramiento puede ser causado por un ACV a nivel de la arteria basilar que le niegue sangre a la protuberancia anular, entre otras causas.
Esta madre estaba completamente paralizada pero consciente. Ella sufría por no poder atender a su bebé tan pequeño y peor aún, temía por su vida, pues nadie sabía que ella podía escucharlos y estaba al tanto de todo lo que pasaba a su alrededor.
Pocos días después, los médicos no tenían esperanza alguna de vida para Nissa, por lo que le informaron a la familia que ella tenía muerte cerebral y recomendaron que permitieran que muriera, pues sería la decisión más humana para Nissa.
La noticia devastó aún más a la familia, pero algo sorprendente sucedió...CONTINÚA EN LA PÁGINA SIGUIENTE
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