Andrea tiene 35 años, está casada y, hasta hace poco tiempo confiaba en que pronto tendría una gran familia. Pero el diagnóstico de cáncer cervical le ha caído como un balde de agua fría y teme que su sueño de tener hijos se vea truncado por esta enfermedad. Su lucha recién ha comenzado y tiene grandes esperanzas en el tratamiento que ha iniciado. Estas son sus palabras al relatar lo que está viviendo:
“Me diagnosticaron hace poco tiempo cáncer del cuello uterino en el estadio 1, es decir, en su etapa inicial. Soy una mujer cuidadosa de mi salud y el tener la buena costumbre de realizarme chequeos anuales, entre ellos el Papanicolaou. Este estudio permitió a los médicos diagnosticar la enfermedad en esta etapa en la que el cáncer se encuentra en el cuello uterino y no se ha extendido a otras áreas del cuerpo.
Mi médico me dijo que felizmente este cáncer diagnosticado en este estado es curable en la mayoría de los casos, pero que tendré que realizarme una cirugía y que tal vez también necesite radioterapia y quimioterapia. Pero todavía no quiero pensar en eso e intento concentrarme en las primeras etapas del tratamiento, después veremos qué acontece.
Confío en que el cáncer no haya dañado mis órganos reproductivos porque anhelo poder tener hijos, aunque sea uno solo. Mi esposo, Jack, dice que lo realmente importante es que yo recobre mi salud y pueda continuar con mi vida de la mejor manera posible. El dice que siempre está la posibilidad de adopción, pues hay muchos niños en el mundo deseando tener por madre a una mujer como yo.
Como deseo tener hijos, el médico me hará una conización, procedimiento quirúrgico a través del cual se extirpa solamente una parte del cuello uterino. Si esta cirugía resulta exitosa, entonces no necesito otra adicional y podré cumplir mi sueño de tener hijos
Soy joven y sé que me recuperaré, que no necesitaré de una histerectomía completa. El médico me explicó que más del noventa por ciento de las mujeres con cáncer cervical en la primera etapa sobreviven diez años, después de la intervención quirúrgica o radioterapia, sin reincidir en la enfermedad.
Más allá de todo esto, a veces me pregunto ¿qué hice mal? ¿En qué descuidé mi salud’. Pero lo cierto es que aunque una sea cuidadosa, las enfermedades nos rodean, es muy fácil caer en sus garras. Intento mantenerme positiva y pensar que muchas mujeres han pasado por lo mismo y hoy cuentan su experiencia y ayudan a otras a atravesar estas difíciles circunstancias.
Tengo una familia que me ama, y Jack está en todo momento conmigo. Mis amigas también han sido un gran soporte, y aunque tal vez no entiendan a cabalidad por lo que estoy pasando, me escuchan y me abrazan, dándome consuelo y animándome para que no piense de forma negativa. Creo que a veces no son conscientes del valor de cada abrazo que me dan. Lo cierto es que esta experiencia me convirtió en una mujer más fuerte, y espero poder compartirla con otras”.