Porque de tal manera amó Dios al mundo: Dios no quiere que seas derrotado.

2018-04-14

Así como las condiciones del entorno obligan a la adaptación a los seres humanos, las plantas y todos los seres vivos en el planeta, así también se comportan los virus. Aunque los virus no están técnicamente vivos, sino que necesitan un organismo huésped para reproducirse, están sujetos a presiones adaptativas.  

El sistema inmune humano usa una cantidad de tácticas para combatir los patógenos. El trabajo del patógeno es evadir el sistema inmune, crear más copias de sí mismo y propagarse a otros huéspedes. 

Las características que ayudan a un virus a hacer su trabajo tienden a mantenerse de una generación a otra. Las características que dificultan que el virus se propague a otro huésped tienden a perderse. 

Tomemos, por ejemplo, un virus que tiene una mutación que lo hace particularmente mortal para su huésped humano y mata al huésped a las pocas horas de la infección. El virus necesita un huésped nuevo y saludable para que sus descendientes sobrevivan. Si mata a su anfitrión antes de que el huésped infecte a otros, esa mutación desaparecerá. 

Una forma en que los huéspedes se protegen de un virus es desarrollando anticuerpos contra él. Los anticuerpos se fijan a las proteínas de la superficie externa de un virus y evitan que penetre en las células del huésped.

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Un virus que parece diferente de otros virus que han infectado al huésped tiene una ventaja: el huésped no tiene inmunidad preexistente, en forma de anticuerpos, contra ese virus. Muchas adaptaciones virales implican cambios en la superficie externa del virus. 

Los virus pueden evolucionar mucho más rápido de lo que lo hace el sistema inmune, lo que les da una ventaja en la reproducción ininterrumpida. Algunos virus, como el VIH, funcionan esencialmente engañando al sistema inmune. Los virus causan muchas enfermedades, incluyendo resfriados, sarampión, varicela, HPV, herpes, rabia, SARS y la gripe. Aunque son pequeños, tienen un gran impacto. 

Debido a estas mutaciones propias de los virus es que cada vez se van haciendo más fuertes y resistentes a los tratamientos convencionales. 

La buena noticia es que, el simple hecho de saber estas cualidades sobre ellos permite a los investigadores y científicos estar alerta y elaborar nuevas alternativas terapéuticas para combatir de forma efectiva los embates de las nuevas mutaciones de los virus tratando de evitar (con éxito en la mayoría de las ocasiones), la propagación descontrolada del mismo y así evitar al mismo tiempo un contagio masivo.