Mi esperanza está en Aquel que me amó primero, Jesús

2021-01-24

La esperanza en algo complicado de explicar. Tenemos esperanza cuando nos mantenemos optimistas en que, aquello que deseamos o aspiramos nos parece posible aunque sea en un futuro lejano. A diferencia de la fe, la cual es una creencia inmediata, una confianza en donde no hay evidencia. 

En fin, este sentimiento de que algo “sucederá” algún día, nos mantiene en la brecha. Luchando día a día con el desánimo y esperando con alegría el día en que nos encontremos cara a cara con Él.
 
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles".
Romanos 8:24‭-‬26 NVI

 
1 Tesalonicenses 4:13
“Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto,[a] para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza".

¿Sientes dolor porque piensas que has perdido las esperanzas? Cuando todo se derrumba a tu alrededor y el dolor puede más que tú mismo, ¿sobre qué (o sobre quién, mejor dicho) te apoyas?

Si ves debajo de tus pies cualquier otra cosa que no sea Jesucristo, no podrás avanzar y dejar el caos de esta vida atrás. Las aflicciones momentáneas arrastrarán tu alma a las profundidades de la desesperación y cuando estamos desesperados dudamos, y, así, nos alejamos de Dios.
 
Con alegría

Debemos poner nuestro gozo, nuestra alegría, nuestra fe y nuestra esperanza en la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. Solo entonces resistiremos las peores pruebas y las tormentas más fuertes que podamos experimentar en nuestras vidas.
 
1 Pedro 1:3-7
“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele”. 

Todos los que apoyamos nuestra fe y esperanzas en Jesucristo podemos estar alegres y regocijarnos, aunque tengamos dolor y nos sintamos afligidos por las diversas pruebas que tenemos que superar en el camino.

Pedro nos da permiso para llorar las pruebas que enfrentamos, pero también nos recuerda que nuestro tiempo en la tierra es muy breve. Cada penuria, tribulación u obstáculo que enfrentamos pasa en un abrir y cerrar de ojos en comparación con la eternidad.

Existe una vida libre de dolor, enfermedad, pecado y sin problemas. Quizás la eternidad nos parece inentendible, extraña, imposible. Pero el gozo y la alegría en la presencia de Dios y esa vida libre de todo lo malo, será nuestra realidad en la eternidad.

Quienes renacen en Jesucristo, reciben la salvación. Quienes renacen en el Salvador reciben una herencia incorruptible que incluye no solo el cielo, sino más importante aún, el mismo Jesús. 

Además, sabemos que todo lo que enfrentamos y padecemos está siendo utilizado para nuestra santificación. Todo el dolor que hemos atravesado no es en vano. Finalmente, el regocijo es nuestro porque también nosotros seremos resucitados.

 
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