Madre astuta descubre abusador de menores en escuela

Soy amiga de mis hijos

Les cuento que yo –previniendo esto de los abusos– trate de hacerme amiga de mi hija (y de mis otros 3 hijos varones también), desde que nació prácticamente. Obviamente en mi casa hay reglas claras, y consecuencias; a veces livianas, a veces duras cuando las reglas se rompen, pero he tratado de que mi hija me vea como una amiga, y no como una “jefa”, o una capataz. No quiero que piense que yo estaré con un látigo esperándola, si ella comete una falta grave o un error.

La hermana de mi esposo, Karina (la que sufrió abusos sexuales), trato de suicidarse en una ocasión, y hoy sufre de depresiones y alucinaciones muy feas. Yo se que eso le vino por los abusos y yo no quería que mi hija pasara por lo mismo.

Debemos lograr que nuestros hijos confíen en nosotras

Mi hija, Marianela, note que se empezó a desarrollar como mujer como a los 9 años, y ya a los 11 tiene pechos grandes y cintura muy formada como una señorita de mayor edad y, además es muy bella. Pero… les repito, su mente es aun muy dada a ser susceptible a cosas, palabras, órdenes, engaños, pues es una niña aún.

Desde muy pequeña, yo me hice tan amiga de ella, que ahora ella me confía todo, y sí lo creo así, porque a veces me confía cosas muy, pero muy intimas: cosas de mujeres, cosas que a veces ni las hermanas, ni las mejores amigas se confían, y aunque a veces me asusta porque es un poco precoz, pero me gusta que confíe en mi, y me diga lo que siente y como sus hormonas la hacen que vaya cambiando en su sentir por los varoncitos.

Además, el día de hoy me siento tan, pero tan contenta de que gracias a que ella me tiene confianza: se pudo evitar una desgracia, o tal vez una tragedia.

Mi amiga me abrió los ojos

En las vacaciones en este verano la puse en una escuelita donde le dan clase variadas: deporte, pintura, música, incluso cocina. Una de sus clases, natación, le es (o le era) impartida por un maestro joven, de alrededor de 30 años de edad, del cual omitiré el nombre.

Mi hija me dijo desde el primer día, que este maestro le parecía muy simpático y que la hacia reír. Pasaron algunos días y empecé a notar que mi hija hablaba mucho del maestro. Curiosamente cuando yo estaba presente para recogerla de su clase de natación, este maestro se mostraba serio, y casi no me miraba ni a mi ni a ella, y evadía hablar conmigo. Pero mi hija me contaba, que cuando yo no estaba, él cambiaba su actitud para con ella. Una amiga mía que tiene a un hijo varón en la misma clase, me llamó por teléfono, y me comentó que…

Lo que me contestó me dejó helada

Mi amiga me llamó por teléfono y me comentó que a ella no le gustaban “las miradas” que el maestro le “echaba” a mi hija. Me dijo que no le parecía propio, ya que ni siquiera era una señorita mayor de 18, estamos hablando de una niña de 11.

Lo que me comentó mi amiga me empezó a preocupar, y además el hecho de que mi hija, no paraba de hablar de este maestro, hasta que le pregunté directamente como amiga, que por qué hablaba tanto de él: —¿Te trata muy bien? ¿Platicas mucho con él?— Le pregunté con mucha calma, pero muriéndome por dentro.

Lo que me contestó me dejó helada…

Mi corazón casi se paraliza

– Bueno, mamá, te juro que si te lo iba a decir, pero se me había olvidado… ¿ok? El profe de natación me regalo este collarcito, pero me dijo que no le dijera a nadie, pero me sentía mal no decirte a ti mamá… mira, es un collarcito de conchitas de mar, que él se encontró en Mazatlán trabajando como salvavidas, un día que salvó a una chica de ahogarse… (y ella quiso seguir hablando)…

— Déjame ver el collar…. Ah, que bonito esta… ¿y cuándo te lo dio?— Le pregunté aguantando la respiración.

— ¡Oh!… Mmm… el lunes pasado…sí, el lunes… (Hacía 4 días), me dijo medio temerosa.

— Y… ¿le dio collares a otros niños o, a otras niñas? O… ¿solo a ti?— Volví a aguantar la respiración.

— Pues, creo que nomás a mí, porque… me dijo que no le dijera a nadie, porque, otros iban a querer un collar y….creo que a mí…

— ¿Dónde estaban cuando te lo dio?— Esta conversación estaba destrozando los nervios.

— ¡Ah! Él me llevó a la oficinita de los instructores…

Mi corazón casi se paraliza del susto.

Le hice las preguntas más duras de mi vida

No es fácil para una madre hacerle estas preguntas a una hija, pero yo sabía que si quería llegar a la verdad tenía que continuar...

— ¿ A ti te llevó sola? ¿Iba otro niño contigo?— "Dios mio, dame fuerzas...", ya tenía yo las piernas muy flojitas.

— A mí sola…me tomó de la mano, y me pidió que fuéramos allá porque me tenía una sorpresota….

— ¿Te tomó de la mano? ¿Cómo, así o así? (yo tomándola de diferentes maneras)…

— Me “agarró” toda la mano y me llevo a la oficinita.

— ¿Y cuando te dio el collar que mas te dijo? ¿Por qué te lo dio a ti?— Le pregunté tratando de mostrarme calmada.

— Mamá… es que….te digo porque eres mi amiga, y los amigos no tenemos secretos, y …te juro que sí te iba a decir…. Me lo dio porque me dijo que yo le caía muy bien, y que quiere ser mi mejor amigo, y que él me iba a ayudar a estar en el equipo de natación del (-----------), me dijo mi niña.

— Y … ¿es la primera vez que él te llevaba a la oficina?

Ya no podía escuchar nada más, pero tenía que controlarme…

Dios tuvo misericordia de nosotros

No podía continuar escuchándola, me lastimaba tanto pensar que un ser humano sea capaz de hacerle daño a una inocente. ¿Cómo se puede ser tan perverso?

— No mamá, ya antes el me había pedido que le ayudara a llevar cosas… unas 4 veces antes de esta vez que me dio el collar…. Y como el me dijo que yo era la “más fuerte” y la “más grande” del grupo, pues me puso a llevar unas cosas… a ayudarle…., dijo mi hija.

Debo mencionar aquí, que la “oficina” de los instructores no está a la vista de la alberca. Esta detrás de una pared, y no se mira a simple vista, tienes que rodear la pared o el edificio...

Después de esto, le pregunte directamente si este hombre la había tocado de alguna manera, o si la había besado o algo más, o si “habían jugado a algún juego secreto” que ella no me podía decir. Mi hija me contestó que no… luego pensó por un minuto (por cierto, un minuto eterno para mí), por el temor de lo que me fuera a decir…pero me dijo, que la había tocado “aquí”, haciéndome una seña en la parte de la espalda baja, casi donde empiezan los glúteos. Cuando la toco fue para “guiarla hacia la salida” de la oficina, o cuando “le pidió que fuera a la oficina”. Ella vestía su traje de baño de una pieza cuando él la tocó.

Gracias a Dios, descubrí a tiempo la mala intención de este instructor. Lamentablemente, no muchas madres pueden descubrir a tiempo estos casos.

Tuve que hablar seriamente con la directora de la escuela

Lo que me dijo mi hija fue suficiente. No pude escuchar más. Inmediatamente le dije, que ese collar lo teníamos que devolver porque no era propio ni correcto que ella recibiera regalos secretos de personas mayores que ella o de cualquier edad. Y le recordé que nadie debe tocarle ciertas áreas de su cuerpo, aun partes de su cuerpo que puedan ser tocadas como señal de amistad, esto no debe suceder nunca, en situaciones con personas mayores que ella.

Mi siguiente paso fue parar las clases de natación, por unos días, y además ir a la dirección de esta escuelita y hablar con la directora. A ella le conté todo tal y como me lo dijo mi hija. Se quedo muy pensativa, y me pidió mil disculpas, pero me pidió que esto “no pasara a mayores”.

Padres cuiden a sus hijas!

El “instructor” de natación fue despedido inmediatamente. Posteriormente, la escuela mando una carta que me parece le llego a todos los padres, mencionando que este instructor fue hallado en conductas impropias dentro de la escuela, y que si alguien tenía algo serio que decir, se lo comunicaran primero a la dirección de la escuela, y también la carta animaba a los padres a hablar con sus hijos el tema, y acerca de la conducta de este instructor.

Más tarde nos enteramos de que este instructor estaba usando el nombre e identificación de un primo. Además nos dimos cuenta de que había sido despedido de una escuela evangélica por abusos, aunque no enfrentó cargos.

Bueno, sinceramente creo, que si yo no hubiese detectado a tiempo esta situación, esto se hubiera tornado en algo grave. Aun mi hija –que me considera su amiga– lo pensó antes de compartirme su “secreto”. Por eso debemos estar alertas, por nuestros hijos y por los hijos de otros. Le agradezco a mi amiga también que haya tenido la confianza de llamarme. Y gracias a ustedes que aunque esta experiencia pues, no es muy “espiritual” si creo que pueda servir a otras madres para que estén atentas a cuidar a sus hijas y a sus hijos.

Víctima por su apariencia

Mi hija Marianela tiene 11 años de edad, y ya es toda una señorita. Aunque mental y emocionalmente aún es una niña: físicamente esta muy desarrollada, y luce como una chica de 21 años. A veces, necesitas escucharla hablar o actuar para darte cuenta que aún es una niña. Muchas chicas son así, se desarrollan “antes de tiempo”. Curiosamente yo (tengo 42 ahora) me empecé a desarrollar físicamente como mujer a los 16. Pero de parte de la familia de mi esposo son todos muy altos físicamente y las mujeres muy desarrolladas; lo cual ha ocasionado algunos problemas en la familia de él: Dos de sus hermanas (tiene 6) tuvieron embarazos en la adolescencia, y una de ellas sufrió abusos sexuales a los 12 años de edad, por parte de un sacerdote, y después a los 14 por parte de una maestra de tendencias lesbianas en la escuela. Bueno, me siento con libertad de comentar esto porque ustedes me aseguraron que no publicaran mi nombre real ni mi ciudad real. Gracias por esto.

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