
Saqué una historia de la manga (historia falsa inventada al
instante). Le dije: “... la otra vez el Manuel, ‘El Meño’, mandó a su hermanito
Julio, ‘La Morsa’, a que pidiera trabajo y se negó. Entonces Dios lo castigó:
se cayó, se golpeó la cabeza, quedó inconsciente y lo tuvieron que llevar al
hospital en la ambulancia”. Él estaba muy atento, y yo seguí: “yo me sentiría
muy mal si algo te pasara por desobedecerme”. Ahí entró el “Isackoyo” a
reafirmar mi falsa historia: “es cierto, Cheke, y tú no quieres que te pase
nada malo, ¿o sí?”“El Cheke” agachó su cabeza y asintió, no muy convencido, pero
ya había sido chantajeado emocionalmente como para oponerse a la dura tarea que
le había asignado. Entonces, le pedí hacer la cara de gato triste en caso de
que le negaran el trabajo. La hizo. “¡Noooo, esaaa noooo, Cheke! Esa es la cara
de capulina”, le dije. Nos reímos y él se enojó, haciendo un berrinche, y pateó
un cartón de leche vacío que estaba en el suelo. “Pues no sé cómo”, me
contestó, algo molesto. “La del Garfield cuando está triste”, le dije. Entonces
volteó un momento sus ojos hacia arriba como recordando y dijo: “¡Ah, ya me
acordé!”. Hizo ni más ni menos la cara de tristeza del gato. “Esa --le dije--,
¡híjoles! Me convenciste tanto que casi te compro lasagna”. Sonrió y le extendí
mi mano para pactar con un saludo. “Ándale, pues”, me dijo, aceptando la
propuesta.
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HICE EL INVENTARIO Y NOS ENCOMENDAMOS A DIOS