2020-09-01

El libro de los Salmos está compuesto por 150 himnos y oraciones con los cuales el pueblo de Dios, Israel, expresaba su gozo y adoración al Padre, así como también sus preocupaciones, su enojo, su amor y descanso en el Gran Yo Soy. 

En el libro de los Salmos te encontrarás con hermosos capítulos que le serán de refrigerio a tu alma. 

Debemos recordar que El Señor es nuestro Dios en todo tiempo y nuestro Padre. Nosotros debemos acercarnos a Él en todo tiempo, no solo en los momentos más difíciles, Él es nuestra razón de ser y todo cuanto existe está bajo su control, tus congojas están bajo el control de Dios. Apúrate y háblale a tu Padre, aunque no lo creas algunas etapas difíciles de tu vida son parte de tu crecimiento, en verdad son parte de algo mejor. Confía en Dios y en su poder para que te de la paz que necesitas y solo encontrarás en Cristo Jesús. 

Quiero tener paz

Solemos relacionar la paz con un sentimiento positivo o un equilibrio personal, pero no es así, más que un sentimiento la paz es un fruto del Espíritu Santo, del cual podemos gozar cuando vivimos y deseamos estar en las manos de Dios.<<Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.>> Gálatas 5:25.

Podemos encontrar el gran gozo de vivir los frutos del Espíritu, pero también  podemos sufrir los frutos de la carne, los cuales solo traerán lamentaciones y nos alejarán de Dios y de su Reino en los cielos.


<<19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 
21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.>>

Gálatas 5:19-23


Deseo recibir la paz de Dios
No solo recibas la paz de Dios, recibe tu salvación y felicidad eterna.
 
<<Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.>> Romanos 6:23

Venir a los pies de Jesús en arrepentimiento, reconociéndole como nuestro salvador y recibiendo el regalo de la salvación que solo se encuentra en Él, es la paz que buscas y necesitas. 

Cristo murió por nuestros pecados, para que fuésemos libres en Él, no viviendo en la aflicción de la carne sino en el Espíritu. Descarga el peso de tu espalda y ponla ante Jesús quien es el único que te ayudará y llenará de su Espíritu.

10 Salmos reconfortantes que te traerán paz

Salmos 23

Este salmo es una declaración de que Dios tiene todo en control en tu vida. Él es tu Pastor y tú su oveja, te protegerá, te guiará y alimentará por siempre, porque estás entre las manos del Todopoderoso y Él está contigo.


1 El Señor es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de El Señor moraré por largos días.


Salmos 27

Si te sientes afligido y en desesperación lees este salmo, tu fortaleza está en El Señor. ¿A dónde vas cuando te sientes débil? Alaba a Dios y pídele que te guíe por sendas de rectitud, aun si te faltara el aliento tu Dios está contigo, no te atemorices y te ahogues en vanidades. Pobre de aquel que sea de tropiezo para sus hijos, porque Dios los ama y los cuida. Espera en el Señor.


1 El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,
Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.
3 Aunque un ejército acampe contra mí,
No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra,
Yo estaré confiado.
4 Una cosa he demandado al Señor, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de El Señor todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de El Señor, y para inquirir en su templo.
5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;
Me ocultará en lo reservado de su morada;
Sobre una roca me pondrá en alto.
6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,
Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
Cantaré y entonaré alabanzas a El Señor.
7 Oye, oh Señor, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Señor;
9 No escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
Mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
Con todo, El Señor me recogerá.
11 Enséñame, oh  Señor, tu camino,
Y guíame por senda de rectitud
A causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos;
Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.
13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de El Señor
En la tierra de los vivientes.
14 Aguarda al Señor;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera al Señor.


Salmos 32


Calma porque El Señor te enseñara su camino, te perdonará y jamás volverás atrás. Órale al Padre para que encuentres en Él la liberación del pecado y convierta tu corazón de piedra en un corazón recto en sus mandamientos y gozoso en gran manera.


1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien El Señor no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. 
5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a El Señor;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. 
6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás. 
8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.
9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
10 Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en El Señor, le rodea la misericordia.
11 Alegraos en El Señor y gozaos, justos;
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón. 


Salmos 42

Si tu alma se entristece dentro de ti, alaba a Dios, no estés en luto, él traerá alegría a tu vida: el Dios de Israel está contigo espera en él y quita tu mirada de las vanidades que atormentan tu corazón. Mira ponlas en Cristo, él te ama.

1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
    Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
6 Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 Pero de día mandará El Señor su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío. 



Salmos 46

El Señor es nuestro refugio y fortaleza, Dios grande, mantente tranquilo en la tormenta porque sus obras son grandes y su amor también.

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza. 
4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios,
El santuario de las moradas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella; no será conmovida.
Dios la ayudará al clarear la mañana.
6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos;
Dio él su voz, se derritió la tierra.
7 El Señor de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob. 
8 Venid, ved las obras de El Señor,
Que ha puesto asolamientos en la tierra.
9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra.
Que quiebra el arco, corta la lanza,
Y quema los carros en el fuego.
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.

11 El Señor de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob. 
 
Salmos 92

Alégrate en El Señor y sus grandes obras, no te dejes llevar por malos pensamientos, atesora los mandamientos de Dios para crecer como cedro. Porque el justo florecerá, mas el necio se destruirá.

1 Bueno es alabarte, oh Señor,
Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
2 Anunciar por la mañana tu misericordia,
Y tu fidelidad cada noche,
3 En el decacordio y en el salterio,
En tono suave con el arpa.
4 Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus obras;
En las obras de tus manos me gozo.
5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Señor!
Muy profundos son tus pensamientos.
6 El hombre necio no sabe,
Y el insensato no entiende esto.
7 Cuando brotan los impíos como la hierba,
Y florecen todos los que hacen iniquidad,
Es para ser destruidos eternamente.
8 Mas tú, El Señor, para siempre eres Altísimo.
9 Porque he aquí tus enemigos, oh Señor,
Porque he aquí, perecerán tus enemigos;
Serán esparcidos todos los que hacen maldad.
10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
Seré ungido con aceite fresco.
11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;
Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
12 El justo florecerá como la palmera;
Crecerá como cedro en el Líbano.
13 Plantados en la casa de El Señor,
En los atrios de nuestro Dios florecerán.
14 Aun en la vejez fructificará;
Estarán vigorosos y verdes,
15 Para anunciar que El Señor mi fortaleza es recto,
Y que en él no hay injusticia. 

Salmos 100

Alabado sea Dios quien nos da la paz en nuestros corazones, nuestra alegría está en Él.

1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a El Señor con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
3 Reconoced que El Señor es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
5 Porque El Señor es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones. 

Salmos 103

En todo tiempo bendice a El Señor, porque Su misericordia es grande para los que le buscan y es quien convierte nuestra tristeza en alegría.

1 Bendice, alma mía, a El Señor,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a El Señor,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
6 El Señor es el que hace justicia
Y derecho a todos los que padecen violencia.
7 Sus caminos notificó a Moisés,
Y a los hijos de Israel sus obras.
8 Misericordioso y clemente es El Señor;
Lento para la ira, y grande en misericordia.
9 No contenderá para siempre,
Ni para siempre guardará el enojo.
10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece El Señor de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra condición;
Se acuerda de que somos polvo.
15 El hombre, como la hierba son sus días;
Florece como la flor del campo,
16 Que pasó el viento por ella, y pereció,
Y su lugar no la conocerá más.
17 Mas la misericordia de El Señor es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
18 Sobre los que guardan su pacto,
Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
19 El Señor estableció en los cielos su trono,
Y su reino domina sobre todos.
20 Bendecid a El Señor, vosotros sus ángeles,
Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
Obedeciendo a la voz de su precepto.
21 Bendecid a El Señor, vosotros todos sus ejércitos,
Ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid a El Señor, vosotras todas sus obras,
En todos los lugares de su señorío.
Bendice, alma mía, a El Señor. 

Salmos 121

Tu protector no duerme ni te dejará caer, El Señor siempre te guardará, Él es tu ayuda y tu guía.
1 Alzaré mis ojos a los montes;
    ¿De dónde vendrá mi socorro? 
2 Mi socorro viene de El Señor,
Que hizo los cielos y la tierra. 
3 No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda. 
4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel. 
5 El Señor es tu guardador;
El Señor es tu sombra a tu mano derecha. 
6 El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche. 
7 El Señor te guardará de todo mal;
El guardará tu alma. 
8 El Señor guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre. 


Salmos 125

1 Los que confían en El Señor son como el monte de Sion,
Que no se mueve, sino que permanece para siempre.
2 Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
Así El Señor está alrededor de su pueblo
Desde ahora y para siempre.
3 Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos;
No sea que extiendan los justos sus manos a la iniquidad.
4 Haz bien, oh Señor, a los buenos,
Y a los que son rectos en su corazón.
5 Mas a los que se apartan tras sus perversidades,
El Señor los llevará con los que hacen iniquidad;
Paz sea sobre Israel.

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