
En el año 2009, mientras vivía fuera de su país, Iris Scott descubrió --gracias a su pereza-- algo que cambiaría su carrera artística para siempre. Un día no sintió voluntad de limpiar sus pinceles, pero sí se sentía inspirada como para pintar, por lo que decidió usar los dedos en su lugar. Al ver los resultados quedó tan encantada que decidió seguir trabajando de esta manera. Y así creó obras de arte tan originales que le han valido elogios internacionales y ha podido comercializar como piezas únicas. El uso de los dedos como herramienta pictórica le dio a la obra de la artista un toque impresionista. Con este estilo se siente tan cómoda que desde entonces no ha vuelto a usar pinceles y sus obras están presentes en galerías como la Adelman Fine Art en San Diego y la Cole Gallery de Seattle.
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