Ella se despertó con las energías diarias que siempre tiene; esas que utiliza para estudiar, comer, visitar a los amigos y dormir. Esa mañana de estudio, se vistió, tomó sus cosas y libros para la universidad, y salió rumbo a ella.
Entre la rutina diaria de Casey, siempre está el paso hacia la cafetería que queda en la esquina de su residencia. Pero antes de llegar a ella, vio a un indigente. Un hombre sin hogar, pidiendo limosna y algunas monedas para poderse alimentar.
Sus ropas estaban rasgadas, malolientes y tenía un aspecto desagradable. Casey pensó que era un señor de casi tercera edad, pero había algunos rasgos en su cara y en su mirada, que le decían algo sobre aparentar más edad de la que tenía. La chica pensó que la vida que debía estar llevando, podrían ser la causa de su aspecto desnutrido y arruinado.
Entonces, el mendigo se acercó un poco a una banqueta que estaba algo cercana a Casey. Cuando, de repente, a ella se le ocurrió irle a comprar algo en la cafetería. La necesidad de darle algo al hombre, de que se alimentara o bebiera una bebida reconfortante, fue lo que la impulsó a regresarse, comprarle un café caliente, unos panes tostados para acompañar, y dárselos al hombre sin casa.
Asombrado, el hombre se quedó mirando a la chica sin poder creer en su acción. Pero luego de reaccionar, comenzó a engullir el regalo, desesperado por ingerir algo tan delicioso como un simple café y un aperitivo.
Entonces, la curiosidad de Casey siguió, cuando se vio conversando con el mendigo por varios minutos, casi la media hora. Olvidándose un poco del horario que tenía que cumplir en la casa de estudios.
El hombre comenzó a preguntarle cosas, sobre sus aspiraciones, su carrera, sus amigos y su personalidad, mostrando también curiosidad por la muchacha, ya que nadie solía regalarle comida. Solo algunas monedas de baja denominación.
El hombre antes de que Casey se despidiera, le pidió un lápiz para anotar una cosa en un trozo de papel que cargaba encima. Casey ya estaba algo apurada por la clase de la mañana, ya que llegaría tarde. Fue entonces, cuando el mendigo le dio el papel con una nota y se despidió de ella, agradeciéndole por el café y los panes.
Al cabo de un rato, luego de salir de clases, buscó la nota en su bolsillo para saber qué le había dicho el hombre. Entonces, las palabras leídas la hicieron llorar de inmediato, sin poder creer la nobleza de aquel escrito. La sorpresa estaba descrita así:
“Hoy iba a matarme, pero gracias a ti, ya no lo haré. Te lo agradezco, eres una persona hermosa”.
Casey le había salvado la vida.
Empezó a recordar las palabras del mendigo. Su historia era triste.
Pero jamás pensó que aquel café, le iba a permitir querer conservarse vivo en el mundo.
Antes que nada la pregunta principal es , que tanto de tu dinero deberías de apartar para ayudar al que verdaderamente esta necesitado? La respuesta es simple. Tienes que ser diligente primero en mantener a tu familia. Techo, comida, educación, diversión, ropa, salud y otras cosas que tu familia ocupa a diario son prioritarias. La biblia dice:
El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. 1 Timoteo 5:8
En segundo lugar, tienes que ser diligente con tu trabajo, profesión, negocio, etc.
No puedes gastar el dinero que te pagaron tus clientes en ayudar a todos los pobres de tu ciudad. No, Dios no te va a premiar si lo haces, bíblicamente asi no funciona, y hacerlo, o sea, desenfocarte de lo prioritario para hacer otra cosa, no es bueno, y te va a acarrear problemas.
En tercer lugar, tienes que recordar la casa de Dios, y sus siervos. Si ayudas en la obra de Dios, hazlo de corazón, sin quejarte. Tomando en cuenta lo anterior, puedes decidir qué cantidades puedes usar para ayudar al necesitado.
Claro, habrá ocasiones muy especiales donde te prives de algo prioritario para ayudar a alguien más que no es de tu familia. Pero Dios te lo indicará, cuando será ese momento especial. Usar el dinero que es para mantener a tu familia en otras cosas tampoco es bueno.
Esto son los 4 proverbios, compártelos:
Proverbios 31:20 La mujer virtuosa alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
Proverbios 28:27 El que da al pobre no tendrá pobreza;
Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.
Proverbios 22:7 El ojo misericordioso será bendito,
Porque dio de su pan al indigente.
Proverbios 14:31 El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor;
Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.