Algo no estaba bien
PERO… mi padre también me advirtió que, “las
cosas se estaban poniendo difíciles” para él en sus negocios. Que muchos
hombres envidiosos y malvados le estaban causando problemas, y que él sólo
quería decirme que si el llegase a faltar, él me dejaba a mí a mi madre bajo mi
responsabilidad.
— ¡Cuídala!
me dijo, pégate a su lado, aunque crezcas y te cases, no la dejes. Dinero no
les va a faltar, si es que a mí me pasa algo, pero tu madre es muy sensible y
cualquier problema la “tumba” hasta el suelo.
Además, si alguien busca hacerle daño, haz lo posible y llévatela lejos…
y como esta muy joven, no dejes que ningún desgraciado se le acerque, ella es
tu madre. Más importante que tu novia o tu esposa, ¡cuídala!
El tono de la voz de mi padre ya no me estaba
gustando, de repente lo vi que se secaba una lágrima (nunca lo había visto
llorar), y sentía como que su cuerpo
temblaba, su voz se quebraba. Como si tuviera miedo de algo grave.
No me atreví
a preguntarle nada sólo lo escuché.
— Entonces que… —me pregunto él— ¿Trato de hombres? Me preguntó.
— Trato de hombres—contesté— aunque no sé por qué me cuentas todo esto, le dije.
— No, pues nomás…por si acaso…ya eres un hombre… sólo quiero que lo sepas,
me dijo tratando de dejarme conforme.
Regresamos a la casa. Muy grande mi casa. Mi
hermanita jugaba cerca de la puerta y mi
madre salió a recibirnos…
— ¿Dónde andaban? Ya está la cena,
dijo mi madre
— Allá, a charlar con el heredero… ¡ja, ja, ja…! – contestó mi padre.
Su risa me calmó un poco porque ya estaba
sintiendo algo raro. Cenamos y me fui a la cama. Hasta la tarea se me olvido
hacer. Literatura… lo recuerdo todo de
memoria…
Dos semanas después de esa tarde, mi padre me recogió
en la escuela; y después pasamos a la casa de una tía por mi hermanita y mi
madre. Allí ella le pidió que se llevara
sólo a mi hermanita, porque tenía clase de piano en mi casa, la maestra le daba
lecciones a domicilio. Mi madre más tarde nos alcanzaba, mi tía la llevaría de
compras y luego a la casa.
Después de subir a mi hermanita mi padre encendió la camioneta: nueva, motor fuerte, rugía como
león. Manejamos unas cuadras, por calle
de pavimento, y luego se desvió disque a un asunto personal por unas calles empedradas y polvorientas. Bajó de la camioneta, la dejó encendida, y se
metió a una casona vieja donde al parecer lo esperaban unos hombres. DALE A FLECHA "SIGUIENTE"