¿Quién es el responsable de que el matrimonio funcione? ¿Dios, el Marido, la esposa, o las suegras?

2020-12-05

¿Por qué estamos vivos? Porque Dios tiene una misión para cada uno de nosotros. 

La razón por la cual la humanidad existe continúa siendo la misma: es porque el plan de Dios para el hombre no ha sido completado.

Es maravilloso poder formar parte del plan redentor de Dios para nosotros, siendo piezas útiles dentro de Su creación. “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto”, Eclesiastés 12:13-14.


Existen 3 motivos maravillosos por los cuales dar gracias a Dios y las razones por las que vivimos:


Vivimos bajo la gracia de Dios y en perfecta comunión con el Padre:

El Dios Todopoderoso es nuestro sustento, nuestro Padre, nuestro todo. 
No somos merecedores de nada de lo que tenemos, todo es de Dios y para Su gloria y por eso debemos dar gracias. Vivir bajo la sombra del altísimo es ser bendecido en todo tiempo. Adoramos y amamos a Dios porque Él nos amó primero y nos hizo merecedores de Su gracia por medio de Cristo.

Aquel que no conoció pecado, por nosotros fue tratado como pecador (2 Corintios 5:21). Pero Cristo venció la muerte, resucitó, Él vive hoy. 


Debemos dar gracias por esa comunión perfecta que tenemos con el Padre, somos libres en Cristo. Mantener una comunión con el Padre no es  solo orar pidiendo cosas, es ser uno en Cristo.
 


Somos fuertes en Cristo:

El pecado es nuestra gran debilidad, nos amarga cada día y nos entristece cuando no tenemos los ojos puestos en la cruz. 

“Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”, 2 Corintios 12:9.


Para ser fuertes en Cristo debemos ser débiles en la carne. Ser débiles en la carne es hacer morir todo deseo pecaminoso y darle el permiso a Dios para que nos transforme a imagen de Cristo.

Cuando le damos el control a Dios de cada parte de nuestras vidas Él puede obrar según su amorosa voluntad. Por otro lado, cuando decidimos ser “los fuertes”, exigiendo con mala voluntad  esos deseos que en nuestra mente son bendiciones, pero la realidad no es esa: nos volvemos nuestro propio obstáculo para alcanzar a Dios.


Somos un instrumento de bendición:

A pesar de lo malos que somos para arrepentirnos y reconocer nuestra necesidad de la cruz, Dios nos dio una gran labor: Dar a conocer Su evangelio.

El mundo necesita del amor de Dios, y, es nuestro deber amar a nuestros prójimos y que ellos conozcan el propósito de nuestra existencia: Adorar a Dios.

“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”, Mateo:19-20.

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