2020-11-27

El momento perfecto para pensar y analizarte a ti mismo y a tu entorno es el final del día. Cada situación o pensamiento que tuviste, las preocupaciones o la convivencia con tu familia puede decir más de lo que crees acerca de ti y cómo lidias con los problemas. 

A través de un análisis profundo de cómo actúas y cómo la Palabra de Dios dice que debemos comportarnos es que llegamos a la solución de nuestros problemas y a mantenernos estables y centrados en nuestra relación con Dios. 

Es por eso que antes de ir a dormir debes pensar en los siguientes puntos, teniendo la disposición de  mejorar y buscando la voluntad y el agrado de Dios en tu vida:

“Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Salmos 139:23-24).


 Analiza tus emociones.

La forma en que te comportaste y desenvolviste en el día siempre pueden mejorar. Las emociones que manifestamos son una clara evidencia de cómo nos sentimos, a veces es imposible ocultar que nos pasa, y, si no  nos encontramos bien, nuestras expresiones y gestos nos delataran.

Analizar si te pasaste el día triste, feliz, enojado o aburrido te ayudarán a comprender la porque te sientes así y que necesitas para estar mejor. 

“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10).

Las emociones negativas  no pueden ser vistas como algo del mal, ya que estas nos ayudan a percibir y entender lo que pasa, el problema es cuando dejamos que la emoción se vuelva un pecado o permanezca como un sello negativo en nuestra personalidad. 


Analiza tus pensamientos.

Lo que pensamos o la forma en que interpretamos lo que pasa direcciona hacia dónde va dirigido lo que es razonable para nosotros. 

Si durante el día piensas cosas que te hacen sentir triste, lo que  te parecería razonable tendría que ser analizado, pues tus emociones pueden influir en tus decisiones. Esto es algo subjetivo, pues quizás una persona que está triste no responda igual que otra persona que se sienta feliz o bendecida en ese momento.

Al leer la Palabra de Dios serás confrontado, porque ella no habla de vivir en la tristeza, sino de abandonar la tristeza y recibir la alegría en Cristo. 



Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría (Salmo 94:19).
  

Analiza la forma en que te relacionas con los demás.

Ya sea con tu familia, amigos, compañeros de trabajo, toda persona con la que te relaciones y hayas tenido un contacto visual pueden describirse  6 cosas: cómo te sientes cuando estás con cada persona, cómo se sienten ellos cuando están contigo, qué esperas de ellos, qué ellos esperan de ti, qué hace falta para ocasionar un ambiente agradable o qué provoca que sea desagradable. 

Las emociones deben ir unidas a las leyes morales. Eso que sentimos y hacemos debe ir de acorde a la Palabra de Dios. Recuerda los mandamientos más importantes:  Amarás a tu Dios con todo tu corazón y amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos (Marcos 12:30-31).

Analiza los problemas a los que te enfrentaste en el día.

“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27).

Sin importar la gravedad del problema, Dios está allí con nosotros  y Su Palabra nos ayuda a responder ante la dificultad, aferrados a Sus mandamientos.


Analiza lo que dice la Palabra.


“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

La Palabra de verdad es alimento para nuestras almas. Es impresionante lo que esta puede hacer en nosotros: transforma nuestro entendimiento haciéndonos más sabios y transforma un alma deprimida y abatida en una cuya felicidad está guardada en Cristo.

Close Ad