2020-12-24

El dolor y sufrimiento de perder a alguien o algo puede causar heridas profundas en una persona. Al ver esto, quisiéramos de alguna forma tomar esa carga y tener el control de calmar ese oleaje de emociones y sentimientos por el cual está pasando nuestro amigo.

Sin embargo, no tenemos el poder de sanar heridas ni de levantar el ánimo y tampoco de  hacer que nuestros amigos se fortalezcan y continúen el buen camino, sino es que ellos deciden ponerse de pie. Solo Cristo puede sostener y reparar el corazón quebrantado.

No te puedo dar consejos para que seas un superhéroe que salve a todos de ser aplastados por la tristeza y la depresión. Pero sí puedo explicarte cómo Dios quiere que ayudes a tus amigos en medio de una tormenta.

1-  Confía en Dios en todo tiempo

Primero debes creer tú, para ayudar a tu amigo a que también crea.

Dios es nuestra fortaleza, el abrigo que nos calienta de la brisa fría de este mundo. Por más que queramos a una persona, por más que deseemos mejorar nuestra economía, por más vacíos que nos sintamos en un momento de nuestras vidas, no podemos dejar de creer que Dios tiene el control.

“Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna.” Salmos 73:26


Aun cuando no puedas más y no tengas idea de que hacer o de lo que te espera, el único que puede hacer que continúes y te fortalezcas es Cristo. No podemos cambiar el pasado ni tenemos porqué hacerlo, por más que nos duela esta es la verdad.

Me han preguntado muchas veces: - Si pudieras cambiar algo de tu pasado ¿qué sería? 
Y yo siempre contesto lo mismo: - Nada. A pesar de lo mucho que he sufrido, la desesperación y las ganas de explotar, nunca cambiaría mi pasado. Porque fue ese dolor que me llevó a ser la persona que soy y también es ese sufrimiento que continúa impulsando lo que soy en la persona que quiero ser. 

“Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”, 2 Corintios 12:9. 

2 Corintios 12: 9 puede ser un versículo difícil de entender en medio de la aflicción. Poner tu vida y todo lo que tienes y amas en las manos de Dios, transforma tu sufrimiento en alegría. No te fijes en lo que no tienes hoy, gózate en el Señor, tu sustento es Él.

Todo tiene un tiempo… Procura recibir lo que Dios tiene para ti en el ahora. Tan solo acércate a Dios y dile: - Heme aquí, ¿qué quieres de mí Señor? 



2- ¿En qué momento hablar? 

Cuando creas que tu amigo está listo para escuchar o decir lo que siente, puedes hablar.
No siempre será fácil, podría tratar de ocultar cómo está o hacerse el fuerte, sin embargo, hay inquietudes que se deben compartir para deshacerse de ellas.

No insistas en hacer que responda a lo que le dices, si no se muestra seguro, tal vez necesite reflexionar y analizar mejor la situación.
 
Si quieres hablarle y no sabes cómo apoyar a tu amigo hazle pequeñas preguntas que lo inciten a expresarse. También debes ser servicial, aunque no parezca necesitar algo,  muestra interés, hazle preguntas cómo: ¿quieres comer algo? ¿Te traigo un café? ¿Te sientes cómodo aquí? ¿Quieres caminar? ¿Qué tal si vemos una película?  o simplemente deja que sea él el que dirija lo que harán.

Compartir y pasar un rato juntos lo ayudará a sentirse mejor e iniciar una conversación. Tal vez lo que te acabo de decir parece ser lo más lógico. Saber cuándo pasar tiempo con él y cuándo te está pidiendo que le des su espacio. No obstante, aquí es donde más fallamos.



3- ¿En qué momento guardar silencio?

Probablemente tu amigo no necesita escuchar un consejo, pero sí comprender qué está pasando y prepararse para el cambio. Si no tienes consejos que darle o presientas que no es el momento para ello solo quédate con él. 

Poco a poco verás qué necesita y cómo puedes ir ayudándolo a empezar una nueva etapa de su vida. Solo debes estar dispuesto y en el momento oportuno hablar o hacer alguna actividad que lo anime y le enseñe que todavía Dios le tiene muchas sorpresas en su vida.


Ora y lleva a tu amigo a los pies de Cristo

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”, Juan 3:16.

Dile a tu amigo que Dios lo ama. Ora con él y enséñale acerca de Jesús y el regalo de la salvación por medio de Él, explícale que vivimos para Dios, para gozarnos en Sus bendiciones, reconociendo que todo viene de Él. 

Quien va al trono celestial en busca de Su amor y misericordia no será rechazado. Dile que vaya al Padre y en oración y súplica ora con tu amigo. Nuestros ojos no pueden estar puestos en las aflicciones ni en tratar de tener el control de todo lo que pasa, pero sí, podemos mirar a Dios y Su Palabra y dejarnos guiar por ella. 

 
Close Ad