Cuando leemos el Libro del Apocalipsis vemos a un Dios juzgando severamente a la Tierra por causa del pecado.
De hecho, podemos ver que los primeros catorce juicios de los veintiuno que podemos encontrar en él, están diseñados para llevar a las personas al arrepentimiento.
Este Libro relata que veremos aún más cosas horribles: plagas, enfermedades, desastres naturales, etc. Todas estas calamidades que estarán cayendo sobre nosotros harán que nos volvamos a Dios. Pero Dios no quiere que ninguno de nosotros perezca, más bien quiere que todos se arrepientan y vivan vidas largas y edificantes.
Por lo tanto, solo nos falta que Dios castigue el pecado en la tierra, destruya a los que no se arrepienten y limpie la tierra para que establezca su orden. De hecho, Pedro nos dice que este no es el caso, no es la dureza lo que empuja a Dios a verter estos juicios finales en el Libro de Apocalipsis, sino que vemos que Dios ha estado esperando pacientemente durante muchos, muchos años para que el hombre se arrepienta de su maldad.
Sin embargo, a estas alturas solo me queda hacerte una pregunta ¿qué sabemos sobre Dios?
Lo primero que aprendemos acerca de quién es Dios es que su nombre probable es Jehová o Yahvé. El mismo dijo que es el Gran Yo Soy.
Es decir, lo primero que nos damos cuenta es que su naturaleza está por encima de todo, es misericordioso: Él es Padre de nuestro Señor Jesucristo. Así es, Yahweh o Yavé, el Señor Dios es sobre todo, "misericordioso". Él es un buen Dios. No es un Dios enojado que se deja llevar en un segundo. No, Él no pierde los estribos con tanta facilidad como nosotros.
Dios es bueno, él perdona. Eso es lo que Dios es: la misericordia misma. Él es misericordioso, con un corazón tierno, lleno de bondad que perdona con amor todas nuestras transgresiones e iniquidades, si creemos en su Hijo, Jesús. El perdón y la misericordia son la parte central del evangelio.
Jesús ha extendido la misericordia de Dios sobre todos nosotros
¿Qué significa esto, que Jesús extiende la misericordia de Dios sobre nosotros?
Dicho de otra forma, Jesús pago el precio de nuestros pecados, nos reconcilió con su Padre. Gracias a su sacrificio en la cruz, ahora somos sus hijos. Dios nos muestra su misericordia cada día. Lo más grandioso de todo es que su misericordia es nueva cada día. No termina. Por tanto, lo único que debemos hacer es disfrutarla, ser agradecidos de tener un Dios tan bueno.
Lo que muchos no saben o juzgan mal es que Dios extiende su misericordia sobre todos nosotros, incluyendo sobre nuestros peores enemigos. Personas promotoras o cómplices de maldad o corrupción. Esto no debe ser motivo de ira o impotencia. No te enfurezcas porque Dios se apiade también de estas personas. Recuerda que Dios derrama su misericordia sobre aquellos que saben perdonar a los que nos ofenden.
¿Qué tenemos que hacer para que Dios derrame su misericordia sobre nosotros?
Admite que estás mal
Date cuenta de que, cuando no hacemos lo que Dios le agrada. Algo así como que hayamos herido a otras personas, lo más importante que debemos hacer es admitir que hemos ofendido a Dios (Hechos 24:16).
Clama a Él, te responderá
Si desea que Dios derrame su misericordia sobre ti, pídeselo. Empieza por confesar lo que has hecho mal. Esto es muy importante, pues cuando sabemos que no estamos haciendo bien las cosas, sentimos una gran tristeza. De hecho, es este sentimiento que nos lleva al arrepentimiento, nos conduce a un cambio de actitud.
"9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado". Romanos 10:9-11
Hacer cambios en nuestro comportamiento
Esto puede significar que no vas a repetir una mala acción. También puede significar cambiar por completo la forma en que pensamos o actuamos.
Busca Su rostro, tome medidas para corregir lo que estaba mal o reparar el daño hecho.
Debes ser misericordioso con aquellos que te ofenden o te hacen mal, pero también tienes que disculparte con aquellos a quienes tú les has hecho daño.
Para finalizar, debes orar. Clama a Dios para pedirle que nos perdone con base en el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.