Tú perteneces a Dios, no lo dudes. Eres hija, hijo de Dios.

Si tu fe está puesta en Jesús, eres una nueva criatura; una nueva persona. Tal vez tú te veas y te sientas igual, pero el solo hecho de que tienes hambre de Dios, dice mucho de tu nueva naturaleza.

Es sencillo, si pones fija tu mirada en Jesús y en todas aquellas cosas que él ha puesto en tu corazón: en todos esos sueños, esas metas, todo lo bueno, todo lo puro, se hará realidad en tu vida. Y si Dios te lleva por un camino diferente, este será siempre la mejor opción para ti, porque fue tu Padre quien lo decidió: te sientas como te sientas.

No se trata de lo que la gente quiere para ti, ni de la opinión que el mundo tenga acerca de ti. Se trata del plan 100% seguro que Dios cumplirá en tu vida. Así que, camina hacia la meta, ya que el mundo y su plenitud son de Dios: tú eres de Dios y tu futuro está en las manos de Dios. Sigue, sigue, no te detengas…

Escrito por Hermes Alberto Carvajal

Recuérdalo, todos los días, una palabra de fortaleza para ti.

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Oración por
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Un abrazo de amor
y de consuelo
 
¡Mujer
Levántate!
 
Nada
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