Lo llaman El Hombre Elefante y por su condición es venerado como dios

Muchos hindúes piensan que Kanai es la reencarnación del dios Ganesh

Sin embargo, Kanai no tiene una trompa de elefante, en realidad sufre de una rara condición llamada neurofibromatosis que ha desfigurado su rostro, dejó flácida su piel hasta su pecho y su ojo derecho se ha desvanecido entre todas las capas de su carne colgante.

Kanai no puede comer ni hablar correctamente y siempre necesita medicamentos para mantener su inflamada piel bajo control.

Debido a su deformidad, nunca ha sido capaz de conseguir un trabajo medio decente.

Él dice: "No quiero mendigar pero no tengo otra manera de ganar dinero y cuidar de mi madre".

"La gente piensa que soy un dios porque tengo una trompa como él. Pero no fue así siempre".

"Tengo buenos recuerdos de cómo mis ojos veían antes, pero con el paso de los años, mi ojo derecho ha desaparecido".

"Lo vi en el espejo hace unos años, pero ahora no puedo encontrarlo en todo el montón de carne. Yo ni siquiera recuerdo cómo solía mirar antes", dice Kanai.

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Kanai y su madre adoptiva

El mendigo de Baruipur en Bengala Occidental al este de la India nació con un tumor en la cabeza. Al principio solo era un bulto sobre su ceja, pero cuando cumplió nueve años, la masa en su rostro se hizo tan grande que envolvió su ojo derecho y la nariz, desfigurando parcialmente su rostro.

Un desventurado Kanai entonces recurrió a hurgar entre los cubos de basura en las estaciones de ferrocarril para llenar su estómago vacío, hasta que un día lo encontró una comerciante llamada Bharati Roy.

Su condición miserable derritió el corazón de una madre de seis hijos y ella lo adoptó.

Bharati, ahora tiene 73 años y es viuda, dice: "Yo estaba en la tienda cuando vi a un muchacho joven, miserable, hurgando entre la basura por comida. Tenía la nariz abultada y su ojo derecho se hundía. Su condición me conmovió tanto que no podía dejar de traerlo a casa".

Completamente despistados

Pero a pesar de que el marido y los hijos de Bharati aceptaron su decisión, se negaron a asistir a Kanai en su día a día.

"Tenía 22 miembros de mi familia y nadie realmente lo odiaba, pero su estado era tal que ninguno quería tocarlo o acercarse a él", cuenta la mujer.

"Siempre he sido quien lo alimenta o lo baña. Siempre he tenido cuidado de sus necesidades".

Madre e hijo comparten una pequeña habitación en un apartamento construido en el área que una vez perteneció a Bharati.

Pero ahora solo recibe el poco dinero que Kanai consigue de sus limosnas.

"La gente lo veneran como Señor Ganesh y le dan dinero. Usted debe ver lo mucho que le dan cuando hay un festival", cuenta la madre.

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