2017-03-27

Antes de abordar el tema de “¿qué hacer cuando la maestra o el maestro está equivocado?” Me gustaría mencionar cuáles son los factores o las excusas más populares entre los maestros, por las que, según ellos, no logran hacer que sus alumnos aprendan.

¿Por qué los maestros culpan a los niños por no aprender? Desde mi punto de vista cada estudiante tiene una gran capacidad de aprendizaje. De hecho, es más fácil para un niño aprender que para un maestro enseñar, ya que en esta última interviene un don con el que poco nacemos, vocación.
En un taller para maestros nos preguntaron, ¿por qué creen ustedes que algunos de sus alumnos no aprenden?

La lista de obstáculos se hizo larga:

Mala actitud
Falta de apoyo en el hogar
Discapacidad de aprendizaje
Abuso de sustancias
Apatía
Desafío, rebeldía
Bajas aspiraciones
Falta de dormir adecuadamente
Pereza
La forma en la que enseña el profesor
Falta de preparación
Distracciones... 

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No hay duda de que los factores sociales y el apoyo en el hogar tienen un enorme impacto en el aprendizaje de nuestros hijos. Muchos estudiantes llegan a la escuela enfrentando problemas de los cuales, usted, ni se imagina. No obstante, estos problemas no pueden ser resueltos por los maestros. Podríamos señalar una larga lista de factores tales como problemas psicológicos, hábitos de estudio deficientes, problemas emocionales, retraimiento, agresión o violencia, aislamiento social, conflictos en el hogar, expectativas excesivamente altas por parte de los padres, o padres que no apoyan a sus hijos; problemas médicos, la falta de preparación académica por parte del docente, una experiencia traumática previa, la pobreza y la baja confianza en sí mismos o baja autoestima.

Al mirar una lista como esta es fácil de entender por qué los educadores pueden caer en la trampa de culpar a otros por el bajo rendimiento de un estudiante. Sin embargo, lo cierto es que los implicados en un bajo rendimiento escolar suelen culparse entre sí, tal como lo ilustra este autor desconocido:

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El profesor de la universidad que dice que su estudiante es una vergüenza, y le echa 

la culpa de su falta de preparación a la escuela secundaria. Pero el maestro de la escuela secundaria dice que el niño es un tonto, y la culpa, por supuesto, es de la escuela media.

Los maestros de la escuela media dicen que tal estupidez se debe a que le enviaron al muchacho sin buena preparación primaria. Pero el maestro de primaria dice que el jardín de infantes es el responsable, pues nunca han visto peor preparación. El maestro de jardín de infantes dice, ¿qué clase de madre tiene ese niño?
Y la madre dice: "pobre niño indefenso, no tiene la culpa". En la familia de su padre son todos así.  Pero el padre, al final de la línea, dice: "¡Dudo que el bribón sea mío!"
Culparnos, sin embargo, no nos ayuda a resolver los problemas de aprendizaje de un niño. 

Si bien es fácil identificar todos los factores que contribuyen a que un niño no tenga éxito en la escuela, es mucho más importante que identifiquemos aquellas cosas que no podemos controlar. Por ejemplo, no podemos controlar que un estudiante tenga sueño, a menos que lo dejemos dormir en clase. No podemos controlar que el niño o niña tenga hambre, a menos que le demos de comer todos los días antes del recreo, porque el niño ni siquiera ha cenado. No podemos controlar nada de lo que sucede fuera de la escuela a menos que los adoptemos (¡y los supervisemos de cerca!). Y no hay forma de controlar lo que le ha sucedido en el pasado.

Entonces, ¿qué podemos controlar? ¿Qué factores podemos cambiar? ¿Dónde está la oportunidad para impactar y lograr el aprendizaje, especialmente con estudiantes que enfrentan muchos desafíos?

La única respuesta es “lo que hacemos en el aula, instruir”.

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La forma en la que enseñamos y cómo interactuamos con los estudiantes vendría siendo uno de los pocos factores de los cuales los maestros tienen control directo. La práctica escolar juega un papel, tanto en el rendimiento como en el logro. El maestro debe estar dispuesto a cambiar la instrucción para satisfacer mejor las necesidades de estudiantes afectados por algunos de los factores mencionados en la lista de los posibles culpables. El maestro puede influir en los patrones negativos y contrarrestar las condiciones negativas sobre las cuales no tenemos control.

"Maestro es aquél que forja la inteligencia y la voluntad, y logra hacer que surja la obra maestra que existe en cada uno de sus alumnos... Maestro es aquél que hace soñar a sus alumnos en hacer posible lo imposible...".

¿Qué hacer cuando la maestra o el maestro está equivocado?

Si usted considera que ninguno de los factores anteriores coincide con su caso, y usted cree que su hijo o hija tiene la razón y quien está equivocado es el maestro, debe seguir los siguientes pasos:

Vaya a la escuela y hable primero con la maestra. Pídale una cita o envíele una. No la aborde con el tema de inmediato, espere a que ella le fije una cita para que puedan hablar sin interrupciones.
El día de la cita explíquele a la maestra o maestro, sin enojarse, por qué cree que está equivocado. Pero trate de respaldar las razones por las cuales usted considera que su hija o hijo tiene razón, ya sea porque cree que la maestra no ha podido entablar una relación o conexión con su hijo que no le ha permitido aprovechar al máximo sus enseñanzas. Me refiero a cosas como que su hija o hijo no esté recibiendo la ayuda que necesita. Si encuentras tareas no revisadas, si se siente ignorada o ignorado en clase. Tenga presente no criticar a la maestra, mantenga una actitud de querer ayudar. 

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Otra cosa importante, deje que la maestra hable. Después de exponer todos sus puntos, los que debió escribir previamente, deje que ella responda. Espero que con esto sea suficiente y todo se resuelva. Ahora, si la situación continúa, debe hablar con el director o directora de la escuela. Deberá hacer una cita.

El día de su cita con el director puede ser que la maestra esté presente. Mantenga la calma. Lleve sus anotaciones para que no se le escape nada. Al terminar el director puede que le dé los pasos a seguir a la maestra para llegar a un final feliz. 

Dele un tiempo prudente para que la situación se normalice. Siéntase libre de volver a hablar con ella si sucede algo que le preocupa o si ve un cambio positivo. Un cambio positivo será un aliciente importante para la maestra, quien estoy segura de que realmente quiere resolver el problema, pero no sabía cómo.

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Ahora bien, si el problema persiste, entonces pida al director que cambie a su hija o hijo de salón. Si el director se rehúsa, puede ir al distrito escolar y allá le informarán al departamento al que deberá acudir, el cual, por lo regular, le corresponde al Comité Educativo.

Resolver cuanto antes estos conflictos, ya que esto merma el rendimiento académico en la escuela, también puede afectar su autoestima.

Espero que todo se solucione con tan solo hablar la primera vez con la maestra.

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