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2022-03-17
Dios Es Bueno. Renuevo de Plenitud

La impaciencia es uno de los siete defectos básicos o rasgos negativos de nuestro carácter o personalidad. Todos tenemos el potencial o tendencia a ser impacientes, pero es algo que debemos aprender a controlar.

La impaciencia es usualmente definida como: la irritación que sentimos con cualquier cosa que nos causa demora. También impaciente podría ser aquella persona que tiene un deseo incesante de cambiar todo o sentir emoción.

La impaciencia tiene cierta similitud con la emoción de la ira. Tanto los animales como las personas se enfurecen en respuesta a las amenazas externas en contra de su bienestar o el bienestar de sus seres queridos. La ira es en parte una expresión de temor que llega en el momento en que nos sentimos amenazados, invadidos o maltratados; y en parte una especie de disparo de advertencia, un firme "No" para detener la amenaza y evitar que esta vaya más allá.

Ser impaciente es algo común en estos tiempos. La impaciencia siempre ha existido, pero por razones que te sorprenderán, ahora la gente es menos paciente que antes.  ¿Es que ya no tienes paciencia?

Aparentemente, la responsable de la impaciencia moderna es nada menos y nada más que la tecnología. Según expertos, las personas de este tiempo buscan resultados instantáneos. La gente busca satisfacer sus necesidades al momento: ¡nadie quiere o puede esperar! Y es que los avances tecnológicos nos van condicionando, ya que cada día son más eficientes nuestros aparatos electrónicos. Las personas están acostumbradas a recibir una pronta respuesta con sus teléfonos móviles, con el chat, las cámaras digitales, etc. De hecho, la gente cada vez utiliza menos el correo electrónico, por el hecho de que las respuestas a sus preguntas podrían tardar. Así que prefieren el chat.

“Hemos creado la cultura de la gratificación inmediata y esperamos que todo sea rápido, eficaz y a nuestro gusto”, dice la doctora Jennifer Hartstein, especialista en psicología familiar.

Cuando las cosas no salen como queremos, perdemos el control. Lo lamentable es que perdemos la paciencia con casi todo: con los niños, con la pareja, en el semáforo que va a cambiar a rojo, las colas en el banco o en el supermercado. Es más, ya a la gente se le hace difícil leer hasta un libro (o esta nota) porque está acostumbrada a leer a gran velocidad en la internet, y pasando rápidamente de un sitio web a otro. Si observas las redes sociales, por ejemplo, notaras que están inundadas de errores ortográficos, ya que no hay tiempo para revisar el mensaje que vamos a enviar, o simplemente utilizamos abreviaturas para ahorrarnos algunas letras, por ejemplo:


 DTB= Dios te bendiga

 

 CTT= ¿Cómo tú estás? (hasta te ahorras los signos de interrogación)

 Xq= ¿Por qué?

 Salu2= Saludos

 T.T = Significa que estás triste

 TKM= Te quiero mucho

 TAM= Te amo mucho, etc.


 

¿Por qué ya no tienes paciencia? Según los expertos, hemos perdido la capacidad de vivir la vida más despacio y, ya no somos capaces de saborear el momento. Sin embargo, la impaciencia no es algo nuevo, es decir, determinar qué nos hace una persona impaciente es algo complejo. Pero lo que sí es concreto y real es que la impaciencia causa estragos en nuestra salud.

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-¡Changa su madre!

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