Oficial de policía detiene a unos niños mientras jugaban. La razón podría sorprenderte

2016-05-12


Por lo general, las personas que pierden una extremidad, ya sea superior o inferior logran superarlo al punto de llegar a la mera aceptación. Pero sus vidas son tocadas radicalmente y, por decirlo así, pierden la alegría y hasta las ganas de vivir.

La gente puede perder una extremidad por varias razones. Las más comunes incluyen los defectos de nacimiento, amputaciones causadas por la diabetes, arteriosclerosis, problemas de circulación, lesiones traumáticas, como militares de combate o hasta un accidente de tráfico.

Tener una amputación no es fácil. Algunos amputados padecen de dolores fantasmas, la cual es la desesperante sensación de dolor en la extremidad ausente. Algunos otros problemas pueden ocurrir como sufrimiento, complicaciones quirúrgicas y problemas de la piel. Muchos amputados utilizan las extremidades artificiales, pero aprender a usarlas requiere tiempo y consistencia. 

Pese a todas las vicisitudes que implica el perder una parte del cuerpo, hoy te queremos presentar una historia de perseverancia y superación. Conoce la historia de Adolfo Almarza.
“Hoy en día, yo te puedo decir que arriba de mi bicicleta y disfrutando con mi familia, soy la persona más feliz del mundo”, dice Adolfo sonriente.

Adolfo Almarza desde muy pequeño tuvo talento y habilidad para practicar todo tipo de deportes. Estudió en una escuela rural en la ciudad de Melipilla en Chile. A los 12 años fue miembro de la selección de básquetbol y le tocó viajar con su equipo hacia Argentina. Por desgracia, el chofer que llevaba el autobús en ese trayecto se quedó dormido, lo que provocó un grave accidente. Adolfo perdió sus dos piernas y pensó que toda su vida acabaría allí.

Sin embargo, gracias al apoyo de su familia y el trabajo constante en Teletón, una famosa fundación chilena que ayuda a la rehabilitación de las personas con alguna discapacidad, Adolfo pudo aprender a caminar con prótesis. Le tomó cuatro meses dar sus primeros pasos, pero siempre se exigía más. Un día, como parte de su rutina de ejercicios, se le asignó una bicicleta y le gustó tanto que luego intentó montar una normal. Fue una conexión especial; amor a primera vista porque de ahí no quiso bajarse más.

El veía a sus amigos saltar y andar muy rápido y quiso hacer lo mismo. Con paciencia y dedicación, le tomó más de 1.200 días de práctica lograrlo... cuatro años para poder aprender a hacer pequeños saltos, pero eso no le impidió seguir mejorando; pues hoy, a sus 27 años, es el único atleta en el mundo que opera mundialmente como un profesional de descenso en bicicleta sin piernas.

"Hoy, yo te puedo decir que arriba de mi bicicleta y disfrutar con mi familia, soy la persona más feliz del mundo"...

Pero no sólo lo leas, ¡MÍRALO EN VIDEO! Es una historia inspiradora. Podrás ver la manera tan optimista en la que, como niño en ese entonces, veía la vida; aun cuando acababa de perder sus dos piernitas. ¡INCREÍBLE!


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