2016-12-06
Una lloraba frente a miles de personas en un estadio. La verdad, era que su mente solo estaba dirigida y ocupada por el hecho lamentable de haber perdido. Para ella, ganar este partido era muy importante, pero por cuestiones del destino y de fallas en la defensa, el resultado fue distinto. 

 

Pero ella fue afortunada. Porque nadie como ella, tendría a una persona en medio de todo el estadio, que correría para consolar sus lágrimas de pérdida. Y mucho menos, si esa persona tiene la misma pasión por ti, si jugó en contra tuya y si es tan parecida a tu misma persona. 

Mónica es jugadora de fútbol profesional de la selección Sub 20 de México, y su hermana gemela Sabrina, es jugadora profesional del equipo de los Estados Unidos. Ambas, hermanas exactamente iguales (hasta en los gustos deportivos), mantienen la doble nacionalidad. Pero de forma obvia, no fueron fichadas por el mismo equipo de fútbol. Por lo tanto, sabían que tarde o temprano serían rivales en una cancha y en un campeonato de gran importancia. 

Cuando el partido se encontraba empatado 1 a 1, ambas estaban en el mejor apogeo de lucha. Jugando con estrategias parecidas, pero con habilidades diferentes. Las que permitieron al equipo estadounidense sobresalir en el marcador y ganar la partida. 

El equipo femenino de la Sub 20 mexicana, quedó destrozado por el resultado. El desconsuelo era evidente en la pasto verde. Y con él, se unía a la desesperanza Mónica, quien sin aguantar el embate de las lágrimas, dejó caer su cuerpo al suelo. 

Cuando esto sucedió, su hermana Sabrina corrió hasta donde se encontraba. Y este momento es uno de los más emotivos en la historia de un partido en vivo. Porque ambas hermanas se desahogaban en palabras de aliento y llanto, y todo fue capturado por las cámaras de televisión deportiva mundial.

El fútbol también es jugado por mujeres. Y está demostrado que las damas, tienen un número de records tan alto como el de los equipos masculinos. Y dentro de su pasión, existen muestras de lucha y esperanza, que quizás no veamos en ningún otro deporte. Esta escena de amor y de consuelo, es la muestra de que el deporte une a la gente, y la convierte en personas de bien. Porque a pesar de que las hermanas Flores eran rivales, jamás podrían dividir el cariño, afecto y pasión por una copa. 

Ahora, ellas celebran una victoria juntas, que a pesar de que el marcador y los hechos cuentan algo distinto, Sabrina y Mónica se van a casa con una copa mundial en la mano. 


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