2022-04-01
El abuelo Cruz

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Dotado de un carisma sin igual y excelente capacidad para el juego, pronto se ganó el cariño del público.
Desde allí, todo fue en subida para él. Sobre todo cuando el entrenador Bora Milutinovic lo citó para formar parte de la Selección de fútbol de México. Debutó el 27 de abril de 1986 en un encuentro amistoso contra Canadá, siendo delantero suplente.

En pleno Mundial, ya en cuartos de final, la selección mexicana se midió con Alemania el 21 de junio de 1986. Fue su momento de gloria, porque al grito de "¡Sacaremos al Abuelo de la banca!” El público logró que el técnico lo dejara ingresar y marcó un gol, pero que fue anulado por una falta de un compañero y la selección quedó eliminada del Mundial al perder por penales.

Cruz estuvo presente en la selección mexicana desde 1986 hasta 1993. Luego de que México fuera descalificado del Mundial de Italia de 1990 por falsificación de documentos, Cruz tuvo la opción de participar en Estados Unidos 1994.

Si bien no pudo jugar ese Mundial, fue el responsable de que México pudiera participar, ya que marcó un gol que fue decisivo en el marco de las eliminatorias. Esa jugada le valió una lesión que le impidió estar en la cancha en el Mundial.

En 1999, durante un partido contra el Puebla FC, el “abuelo” anunció su retiro, llevando puesta la camiseta del Monterrey. Habían pasado 15 años. Entonces dio por cumplida su misión.
En una entrevista concedida tiempo atrás a un programa de televisión, Cruz resaltó la forma en que se esforzaban antes los jugadores de fútbol que querían llegar a ser profesionales. Contó cómo el practicaba fútbol con los mismos zapatos que llevaba a la escuela, y cuando regresaba a su casa tenía que lavarlos. Dijo que actualmente el jugador de fútbol es “más burgués”, vale decir “al jugador no le gusta sufrir, quiere que llegando al fútbol se le dé todo. Yo voy en contra de los padres que le dan todo a sus hijos, porque dicen: ‘Voy a darle a mis hijos lo que yo no pude tener’, pero a veces los puedes echar a perder”, resaltó.

“Hay gente que no sabe que yo no soy zurdo. No lo soy, tuve que hacerme zurdo porque tuve una lesión, me lastimé el tobillo”, recordó, resaltando que practicaba dos horas diarias, y volvía a su casa a las diez de la noche. “Y mi mamá ya enojada, porque tenía que bañarme, hacer la tarea, acostarme temprano y después ir a la escuela todo traqueteado”.

Tras sus triunfos, su participación en el fútbol europeo; sus hazañas deportivas. Rescata que su padre siempre le preguntaba por sus estudios. “A él no le importaba si la gente me reconocía como futbolista o no, él quería que terminara mis estudios”. Lamentablemente, su padre no vivió para ver cómo finalizaba su carrera, que le ha proveído sustento en los últimos tiempos.
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